Cuando alabamos a Dios y glorificamos Su Nombre, suceden cosas maravillosas, hay sanidad, liberación y se siente la presencia del Dios vivo; Jehová de los ejércitos es Su Nombre. Nombre que es sobre todo nombre y ante Él, se tendrán que doblar toda rodilla. Es bueno alabar a Jehová y cantar Salmos a Su Nombre, porque Él es bueno y Su misericordia es para siempre. Dice la Sagrada Escritura en Salmos 22:3, que Dios “habitas entre las alabanzas de Israel”.
Cuando adoramos a Dios, cuando le damos las gracias y cantamos himnos que glorifiquen Su Nombre; su presencia se siente y se rompen todas cadenas de enfermedad presente y generacional. Las alabanzas son poderosas, las alabanzas al Dios vivo, sanan y restauran al enfermo, muy bien lo dijo el salmista y todos debemos decir cada día: “Sáname, oh Jehová, y seré sano; sálvame, y seré salvo; porque Tú eres mi alabanza” (Jeremías 17:14, RV60).
Cantad alegres a Dios, habitantes de toda la tierra. Servid a Jehová con alegría; venid ante Su presencia con regocijo. Reconoced que Jehová es Dios; Él nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos; pueblo suyo somos, y ovejas de su prado. Entrad por sus puertas con acción de gracias, por sus atrios con alabanza; alabadle, bendecid Su Nombre. Porque Jehová es bueno; para siempre es Su misericordia, y Su verdad por todas las generaciones” (Salmos 100:1-5, RV60).
Alabemos al Señor porque Él es, ha sido; y será bueno con nosotros. Alabemos al Santo de Israel y cantemos de Sus maravillas. Alabemos a Jehová porque Su misericordia es para siempre.
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