Jesús, rompe mi vasija y hazme de nuevo.
Dios te ama y te recibe con los brazos abiertos tal como eres. El no vas a señalarte con el dedo acusador, ni mucho menos te va a despreciar. Dios nunca te va a despreciar porque eres negro, marrón, amarillo o blanco, pues Él no hace acepción de persona (Hechos 10:34).
Tal vez te han mirado con malos ojos y hasta han llegado a pensar que no vales nada. No les hagas caso, los comentarios negativos son obstáculos que pone el enemigo para sacarte de la Carrera que Dios tiene preparada para ti. Dios te creó de manera especial porque te ama con amor Eterno.
Cuando vivía en el Sur de Corea, tuve la oportunidad de visitar el Museo Nacional de Corea del sur que se encuentra en Seúl. Entre todas las obras de arte que vi, hubo una que me llamó la atención. La pintura era un alfarero moldeando una vasija, al lado de él había un zafacón enorme lleno de vasijas deformadas y rotas. El alfarero las tiró a la basura porque para él, no servían para nada.
Esa ilustración es parecida a todos nosotros cuando hemos sentido rechazo de un familiar o amigos. Todos somos vasijas en las manos de Dios. Hay áreas en nuestras vidas que necesitan ser moldeadas. El problema es que no todas las personas tienen esa aceptación para aceptarnos y querernos tal como somos.
Jesús es nuestro alfarero que moldea nuestras vidas. Él no nos tira a la basura ni mucho menos nos desprecia por ser deformados, pecadores, pequeños de estatura, por tener algunas libras de más o por ser flacos. Dios nunca nos va a despreciar por el color de la piel o la manera de la textura del pelo. Dios no se fijará nunca si eres rico o pobre, Él nos acepta tal como somos, de las imperfecciones, Él se encargará luego. Ven a Jesús tal como estas con todas tus imperfecciones que Él te moldeará.
Si tu vasija está deformada y rota debido a las vicisitudes amargas de la vida, hoy el Señor viene a moldearte para que puedas brillar con Su luz. Déjate moldear por el Señor, Él es el Alfarero que te moldea una y otra vez, hasta lograr verte como Él quiere verte. En Sus manos somos nuevas vasijas hermosas, brillantes y de alto valor.
Gracias Padre Eterno por tu gran amor hacia mí. Señor, estoy en Tus manos, moldéame como solamente Tú sabe hacerlo. Padre mío y Dios mío, gracias por ser Mi Alfarero, rómpeme y repara mi vida. Amén.
Escrito por: Bv. Flores
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