“Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados” (Mateo 5:6). La palabra hambre se define como un apetito o deseo ardiente de algo. Es una atracción y un deseo ardiente de algo. Tener apetito de algo. El anhelo de Dios es ver a sus hijos hambrientos por entrar en Su presencia. Tener hambre y sed, es el deseo profundo que te lleva a permanecer delante de Dios hasta que Él llene tu copa. Dios está buscando a sedientos y hambrientos que profesan por fe Sus promesas, pues Él promete que serán saciados de gran manera.
Dios quiere separarte para que entre en una intimidad con Él en espíritu y en verdad. En esta separación, tu decisión juega una parte muy importante. Dios no te obliga; Él solo te invita a que te decidas a buscar su presencia. Está de tu parte si desea buscar su presencia o no.
El apóstol Pablo decidió buscar la presencia del Señor porque había en él una hambre que solo Cristo la podía saciar. “Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. (Filipenses 3:7). Pablo prefirió tener pérdida material pero ganancia espiritual con el fin de alcanzar el conocimiento de Cristo. Dios atrajo a Pablo con Sus cuerdas de amor y lo transformó en vasija útil para el evangelio de la Gran comisión. Desde ese instante, Pablo se dejó atraer del Señor en todas las encomiendas que Él le daba.
El rey Salomón en el libro de Cantares decidió ser atraído y confiar en Dios. Dios le dijo a Salomón: Pídeme lo que quieras que yo te dé; y respondió Salomón y le dijo: Dame ahora sabiduría y ciencia, para presentarme delante de este pueblo; porque ¿quién podrá gobernar a este Tu pueblo tan grande? Mas Dios le respondió: Por cuanto hubo esto en tu corazón, y no pediste riquezas, bienes o gloria, ni la vida de los que te quieren mal, ni pediste muchos días, sino que has pedido para ti sabiduría y ciencia para gobernar a Mi pueblo, sobre el cual te he puesto por rey, sabiduría y ciencia te son dadas; y también te daré riquezas, bienes y gloria, como nunca tuvieron los reyes que han sido antes de ti, ni tendrán los que vengan después de ti” (2 Crónicas 1:6-12).
Desde ese instante, el rey Salomón sintió una necesidad del Señor, él se decidió a buscar el Rostro del Señor con una pasión incomparable diciendo: “Atráeme; en pos de ti correremos. El rey me ha metido en sus cámaras; Nos gozaremos y alegraremos en ti; Nos acordaremos de tus amores más que del vino; Con razón te aman” (Cantares 1:4).
El Señor te está diciendo que lo busque de todo corazón; Él anhela escucharte, Él anhela que tú lo busque día a día. Déjate atraer por el Señor; no pongas resistencia, entra en Su Recámara. Dios desea verte prosperada (o), y llenarte de sus ricas bendiciones almacenadas para ti. Dios bendijo a Salomón, también lo hará contigo. Decídete a entrar en la presencia de Dios en espíritu y en verdad. Deja que Dios te moldee y te limpie de todo pecado que impide llegar a Su presencia.
Búscalo de todo corazón; Él no te despreciará. A un corazón contrito y humillado, Dios no lo despreciará jamás. Jesús es nuestro alimento espiritual; déjate atraer por Él y serás saciada (o). Déjate atraer por Él.
Bendiciones