“Cuando los discípulos lo vieron andar sobre el agua, se asustaron, y gritaron llenos de miedo: —¡Es un fantasma! Pero Jesús les habló, diciéndoles: —¡Calma! ¡Soy Yo: no tengan miedo! Entonces Pedro le respondió: —Señor, si eres Tú, ordena que yo vaya hasta Ti sobre el agua. —Ven —dijo Jesús. Pedro entonces bajó de la barca y comenzó a aminar sobre el agua en dirección a Jesús. Pero al notar la fuerza del viento, tuvo miedo; y como comenzaba a hundirse, gritó: —¡Sálvame, Señor! Al momento, Jesús lo tomó de la mano y le dijo: —¡Qué poca fe tienes! ¿Por qué dudaste? (Mateo 14:26-31).
El miedo se ha apoderado de muchos en estos últimos tiempos, el espíritu de miedo siempre ha existido, lo podemos notar en el versículo cuando los discípulos creyeron que veían un fantasma andando sobre las aguas. La realidad es que así andan las gentes enfocados en las circunstancias que miran a su alrededor. No mires la situación y enfócate en lo que Jesús va a hacer con tu situación. Bajo ningunas circunstancias, no permitas que el miedo entre en tu corazón. Ante el enorme susto que pasaron los discípulos, Jesús los calmó con Su Palabra de aliento y de igual manera te dice a ti —¡Calma! ¡Soy Yo: no tengan miedo!
Agárrate a la fe como nunca antes y confía en Dios y en Su Palabra. Pero tú, Israel, siervo mío eres; tú, Jacob, a quien Yo escogí, descendencia de Abraham mi amigo. Porque te tomé de los confines de la tierra, y de tierras lejanas te llamé, y te dije: Mi siervo eres tú; te escogí, y no te deseché. No temas, porque Yo Estoy contigo; no desmayes, porque Yo Soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia. He aquí que todos los que se enojan contra ti serán avergonzados y confundidos; serán como nada y perecerán los que contienden contigo. Buscarás a los que tienen contienda contigo, y no los hallarás; serán como nada, y como cosa que no es, aquellos que te hacen la guerra. Porque yo Jehová soy tu Dios, quien te sostiene de tu mano derecha, y te dice: No temas, yo te ayudo. (Isaías 41).
Levanta la cabeza, sacúdete, marcha, porque Dios te abre camino donde no existe ninguno. El Señor mismo marchará al frente de ti y estará contigo; nunca te dejará ni te abandonará. No temas ni te desanimes. Descansa en el Señor porque Él hará grandes cosas a tu favor. Muchas veces has pensado que Dios te ha abandonado, no le crea al enemigo porque Dios está cerca de ti para cuidarte y librarte de todo temor. Ya te lo he ordenado: ¡Sé fuerte y valiente! ¡No tengas miedo ni te desanimes! Porque el Señor tu Dios te acompañará dondequiera que vayas. El enemigo está infundiendo temor y buscando todas sus artimañas para asustar a la humanidad, pero hoy Dios te dice: No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús. Porque Yo Soy el Señor, tu Dios, que sostiene tu mano derecha; Yo Soy quien te dice: “No temas, Yo te ayudaré”. No temas pueblo, confía en Jehová depositen en Él toda ansiedad, porque Él cuida de ustedes.
Busqué al Señor, y Él me respondió; me libró de todos mis temores. Salmos 34:4
Oremos:
Padre Eterno, Dios todopoderoso. Vengo ante Tu Trono para adorarte y bendecir Tu Nombre. Señor, crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí. No me eches de delante de Ti, y no quites de mí Tu Santo Espíritu. Vuélveme el gozo de Tu Salvación, y espíritu noble me sustente. Señor, si te he ofendido te pido perdón, enséñame a caminar agradable a Ti en todos mis caminos. Padre mío y Dios mío, Esperanza mía, y Castillo mío; mi Dios, en quien confiaré. Confío en Ti oh Dios y sé que Tú me ha librado, me libra y me librará del peligro y del miedo. En el Nombre de Jesús creo en la promesa que me da en Salmos 91 que Tú me librará del lazo del cazador, de la peste destructora. No temeré el terror nocturno, ni saeta que vuele de día, ni pestilencia que ande en oscuridad, ni mortandad que en medio del día destruya, caerán a mi lado mil, y diez mil a mi diestra; mas a mí no llegará. Confío en Dios y alabo Su Palabra; confío en Dios y no siento miedo. ¿Qué puede hacerme un simple mortal?
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