Hay momentos que las circunstancias y los obstáculos de la vida nos dirigen a mirar hacia atrás. Si antes cantábamos ya no cantamos, si leíamos la biblia ya no la leemos, si nos levantábamos a buscar la presencia del Señor en la madrugada, somos perezosos y nos quedamos durmiendo. Esa dejadez espiritual nos convierte en terrenos secos y sin frutos.
Ya nuestras miradas y mentes, están abiertas a las imaginaciones del enemigo para ser atacadas especial en los momentos de las adversidades. En momentos así, es necesario correr hacia Cristo por nuestras vidas, agarrarnos de Él y sumergirnos debajo de Su Abrigo de protección.
Déjame decirte, Cristo es el Único que tiene el poder para cambiar nuestras situaciones, Él abre camino donde no hay camino, Él y solo Él tiene la autoridad y el dominio para cambiar tus lamentos en bailes.
Una medida de nuestra madurez espiritual es la manera de cómo vamos a responder al problema, todo hemos pasado por situaciones amargas, pero está también de nuestra parte si vamos a dejar que esas situaciones nos derriben o nos levanten.
Es necesario recobrar las fuerzas perdidas que Satanás quiso robarnos por medio del arrepentimiento. Quizás nos dio miedo caminar por las aguas, y dudamos del poder de Dios. Aunque estemos ahogándonos en las aguas, es necesario llenarnos de fe y clamar a Cristo, Él te levantará.
No podemos dudar del poder de Dios, si procedemos así, fracasaremos. Satanás quiere que nuestras vistas se dirijan al fracaso, la derrota, el desánimo y a una sequedad espiritual para luego morir espiritualmente. Hoy el Señor nos levanta a caminar y mirar por fe para llevar frutos agradables a Él.
El ojo del desánimo es débil mas los ojos de la fe tienen la fuerza, la autoridad, y el poder para ver lo que no se ve. Los ojos de la fe ven lo invisible mientras que la boca declara lo que los ojos ven.
Creí por lo cual hable, significa que vamos a hablar lo que no vemos por fe, “Porque por fe andamos y no por vista” 2 Corintios 5:7 (Reina-Valera 1960). Es importante que nuestras miradas sean fijas en Jesús todo el tiempo, especialmente en las pruebas, no mirando hacia atrás ni para coger impulso.
Cuando miramos hacia atrás perdemos el enfoque y el propósito que Dios tiene para nosotros. Es necesario llenarnos de fe y confiar plenamente en Jesús. De modo que en las pruebas y tribulaciones vamos a ser sólidos como una roca fuerte.
“En ti, oh mi Dios, me he refugiado, no sea yo avergonzado jamás. Socórreme y líbrame en tu justicia, inclina tu oído y sálvame. Sé para mí una Roca de refugio, adonde recurra yo continuamente. Tú has dado mandamiento para salvarme, porque tú eres mi Roca y mi fortaleza” (Salmo 71:1-4).
Si Cristo está conmigo ¿quién contra mí? porque es más Grande el que Está en mí, que el que está en el mundo. El que Está en mi, es el Rey de reyes y Señor de señores; Jesucristo es su nombre. Hoy caminemos por fe, manteniendo nuestras miradas fija en nuestro Señor Jesucristo.
Ese enfoque de fe, nos hará mirar a lo eterno aunque no lo vemos. Esa fe nos dará las fuerzas para brillar en las adversidades y en los problemas que se presenten, pues nuestros corazones estarán firmes como una roca inmovible.
Las fuerzas del Señor Todopoderoso, te dará las armas para salir del problema, el Señor Jesucristo, no dejará que tu luz se apague al primer ataque. El espíritu de fe en tu vida, te llevará a creer y declarar con tus labios lo que todavía no has visto.
“Pero teniendo el mismo espíritu de fe, conforme a lo que está escrito: Creí, por lo cual hablé, nosotros también creemos, por lo cual también hablamos, sabiendo que el que resucitó al Señor Jesús, a nosotros también nos resucitará con Jesús, y nos presentará juntamente con vosotros.
Porque todas estas cosas padecemos por amor a vosotros, para que abundando la gracia por medio de muchos, la acción de gracias sobreabunde para gloria de Dios. Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día.
Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas” (2 Corintios 4:13-18).
Ese mismo espíritu de fe levantó a Pedro a llevar el evangelio del Señor a toda parte. El apóstol Pablo se agarró de la fe y se reía de las adversidades porque la fe en Dios lo sustentaba como roca solida.
Hay donde te encuentras te diré que yo también he pasado por muchas tribulaciones y seguiré pasándolas porque es necesario para crecer más en el Señor, pero Él me da el camino para salir de cada unas de ellas en victoria. Hermanos, no pienso que yo mismo lo haya logrado ya.
Más bien, una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y esforzándome por alcanzar lo que está delante, sigo avanzando hacia la meta para ganar el premio que Dios ofrece mediante su llamamiento celestial en Cristo Jesús” (Filipenses 3:12-15).
Agarra tu fe querido hermano (a), no deje que Satanás te la quites, él es un asqueroso y mentiroso que solo desea sacarnos de la carrera porque le quedan poco tiempo. Corre por tu vida y dirige tu mirada a Cristo, en Él solo puedes alcanzar la paz que el mundo no te puede dar.
Agarra el tesoro de la fe, el regalo que Dios te ha dado y nadie te lo puede arrebatar, la fe en Cristo es la que te llevará a la cima porque eres cabeza y no cola. Esa misma fe te ayudará a derrotar y pasar los obstáculos sin que nada te afecte.
“Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros, que estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados; perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos” (2 Corintios 4:7-9).
Amantísimo Padre celestial, Dios eterno creador del cielo y de la tierra. Te doy gracias por estas palabras, permite que lleguen a tus hijos y sean de bendición. Te pido perdón si en mi caminar he dudado de ti en mis circunstancias y desafíos de la vida.
Hoy clamo tu fe y me levanto por fe porque solo Tú me hace vivir confiada (o). Tú eres la razón de mi existir, Tú eres mi fortaleza y mi Roca fuerte que hace que ande en victoria. Amén. Dios te bendiga con Sus ricas bendiciones.