Entonces llamando a sus doce discípulos, Jesús les dio poder sobre los espíritus inmundos para expulsarlos y para sanar toda enfermedad y toda dolencia ” (Mateo 10:1)
La sanidad para nuestros cuerpos y nuestras almas es una provisión que Dios la hizo para sus hijos. Nosotros al igual que David, debemos de decir a diario “¡No moriré, sino que viviré y contaré las obras de Jehová!” (Salmos 118:17).

Esta revelación de sanidad de parte de Dios nos libra de toda dolencia y de toda enfermedad. Cuando oramos con el poder de Dios creyendo por fe, podemos ver la manifestación de Dios obrando en nuestras vidas. Dios unge a Sus hijos con el regalo de sanidad cuando éste se lo pide, es por esa razón que debemos confiar con fe que Dios usará a Sus hijos por medio del poder de sanidad para Su gloria.

En Santiago 5:14-15 La palabra de Dios nos dice: “¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia para que oren por él, ungiéndolo con aceite en el nombre del Señor. Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si ha cometido pecados, le serán perdonados.

La sanidad fue la parte más importante del entrenamiento y ministerio que Jesús les impartió a Sus discípulos y a todos los creyentes. Jesús salió a sanar a los enfermos, por lo tanto les ordenó a Sus discípulos que hicieran lo mismo. El Poder Celestial de la sanidad se mueve por fe. Si tú estás enfermo y quiere sanidad, creyendo que recibirá sanidad; espérala porque así será en el Nombre de Jesús. En cambio si dudas no verás nada, no recibirá sanación. La duda estanca y mata la fe.

Jesús es tocado por fe. Cuando tocamos a Jesús con fe; poder de sanidad se desprende de Él para sanarnos. Jesús les da potestad a Sus hijos de pisotear serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará. Esto incluye enfermedades (Lucas 10:19).

 El enemigo es destrucción en cambio Dios es sanidad. Unos de los nombres de Dios para el pueblo de Israel es Jehová- Rafa que significa Jehová mi Sanador, Dios declara esta bendición para nosotros también. El poder sanador, es una revelación de la promesa del Pacto que Dios nos provee para sanar a Sus hijos. La misericordia de Dios es incomparable; Él es un Padre amoroso que cuida de cada uno de nosotros. El propósito de Dios es que seamos salvos, restaurados y sanados, Cada bendiciones que recibimos del Padre, procede de la victoria en la cruz y esto incluye la sanidad.
 

Me dirijo a ti si te encuentras enfermo, quiero decirte que la sanidad que tanto anhela se encuentra en el Poder de Jesucristo; solo Él tiene el poder de sanarte. También Dios usa a sus hijos con Su poder sanador. Creo en Dios Padre, Dios Hijo, y Dios Espíritu Santo, creo por fe y no por vista, creo que por Sus llagas somos curados.

Padre declaro que tu Palabra es Medicina para mis huesos y vida para todo mí ser. Clamo vida para mi alma en el nombre de Jesús. Clamo las promesas de Salmos veintitrés; que aunque ande en valle de sombra de muerte, No temeré mal alguno; porque Tú estarás conmigo: Tu vara y tu cayado me infundirán aliento. Señor; declaro en el nombre de Jesús que tu poder de sanidad está sobre mí y sobre todo aquel que lo recibe por fe.

Declaro que ninguna arma forjada contra mi prosperará en el nombre de Jesús. Ato en el nombre de Jesús toda mentira de Satanás en mi vida y en las vidas de mis familias, creo que lo que está atado en la tierra, está atado en los cielos. Gracias Señor por sanar a tus hijos hoy, gracias porque tu Palabra no ha retornado vacía. Gracias Señor por sanarme, recibo tu sanidad, soy sana por fe. Señor creo que ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida: Y en la casa de Jehová moraré por largos días. ¡Amén!

Si no les ha dado tu vida al Señor como el Salvador espiritual de tu vida, te invito a que busque de Jesús; en Él encontrarás tu salvación y tu sanidad. Padre Celestial, reconozco que soy pecador(a). Me arrepiento de mis pecados. Creo que Jesucristo murió por mis pecados, que resucitó al tercer día y vive para siempre. Creo que Jesús es el Hijo de Dios. Abro la puerta de mi corazón y lo recibo como mi Salvador. Deseo que Él sea el Señor de mi vida. Gracias por salvarme y sanarme. En el Nombre de Jesús, amén.

Si decidiste convertirte en un cristiano en el día de hoy, bienvenido a la familia de Dios. Ahora, como una forma de crecer más cerca en el Camino de Dios, comparte tu experiencia con otras personas de tu nueva fe en Cristo. Bautízate como lo ordenó Cristo. Pasa tiempo con Dios cada día, simplemente desarrolla el hábito diario de orar y leer Su Palabra. Pídele a Dios que incremente tu fe y te de comprensión de Su Palabra; aplícala en tu diario vivir. Encuentra una iglesia local en la que puedas adorar a Dios.
www.ministeriosdesanidad.org


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