Jehová es mi luz y mi Salvación Salmo 27:1-14
David fue rey de Israel, pero antes de ser rey, fue un pastor de ovejas, un militar y un hombre temeroso de Dios. En medio de sus batallas, David sacaba tiempo todos los días para buscar el Rostro de Dios. Su confianza era una comunión íntima con Dios cuando buscaba Su Rostro para alabar Su Nombre. Esa comunión con Dios todos los días, ayudaba a David a enfrentar un nuevo día en victoria de tal forma que decía: “Aunque un ejército acampe contra mí, no temerá mi corazón; aunque contra mí se levante guerra, yo estaré confiado”. David también fue pecador, pero reconoció cuando hizo lo malo y se arrepintió ante Dios. Dios por Su misericordia lo perdonó y también olvidó sus faltas. El Salmo 27:1-14 nos enseña que Dios es un Dios de oportunidades, un Dios misericordioso y un Dios perdonador. Él nos protege del peligro y del mal de tal manera que, aunque se sumen mis enemigos, no tengo necesidad de pelear porque Dios pelea por mí. “Cuando se juntaron contra mí los malignos, mis angustiadores y mis enemigos, para comer mis carnes, ellos tropezaron y cayeron”. Confía en Dios, agárrate de Él como nunca antes y Él te cubrirá del peligro y del mal. Confiésate y abandona el pecado, recibe el pendón de Dios porque Él tiene oído para escucharte y misericordia para perdonar y olvidar. No te quejes cuando estés en circunstancias difíciles, clama a Dios y confía en que Él te escuchará y te responderá. Aunque tus enemigos te hagan la guerra, quédate tranquilo, perdónalos, ora por ellos porque Dios te dará la victoria. Esfuérzate y aliéntese tu Corazón aguarda y espera en Jehová de los Ejércitos, Él peleará por ti.
Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme? Cuando se juntaron contra mí los malignos, mis angustiadores y mis enemigos, para comer mis carnes, ellos tropezaron y cayeron. Aunque un ejército acampe contra mí, no temerá mi corazón; aunque contra mí se levante guerra, yo estaré confiado. Una cosa he demandado a Jehová, ésta buscaré; que esté yo en la casa de Jehová todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura de Jehová, y para inquirir en Su templo. Porque Él me esconderá en su tabernáculo en el día del mal; me ocultará en lo reservado de su morada; sobre una roca me pondrá en alto. Luego levantará mi cabeza sobre mis enemigos que me rodean, y yo sacrificaré en su tabernáculo sacrificios de júbilo; cantaré y entonaré alabanzas a Jehová. Oye, oh Jehová, mi voz con que a Ti clamo; ten misericordia de mí, y respóndeme. Mi corazón ha dicho de Ti: Buscad mi Rostro. Tu Rostro buscaré, oh Jehová; no escondas tu Rostro de mí. No apartes con ira a tu siervo; mi ayuda has sido. No me dejes ni me desampares, Dios de mi salvación. Aunque mi padre y mi madre me dejaran, con todo, Jehová me recogerá. Enséñame, oh Jehová, tu Camino, y guíame por senda de rectitud a causa de mis enemigos. No me entregues a la voluntad de mis enemigos; porque se han levantado contra mí testigos falsos, y los que respiran crueldad. Hubiera yo desmayado, si no creyese que veré la bondad de Jehová en la tierra de los vivientes. Aguarda a Jehová; esfuérzate, y aliéntese tu corazón; sí, espera a Jehová.
Salmos 27:1-14 (RVR1960)
Oremos: Padre Eterno, Dios Todopoderoso te doy gracias porque Tú eres mi Dios y no hay nadie como Tú. Tuyo es el poder, tuya es la gloria por los siglos de los siglos. Te doy gracias por perdonarme, por sanarme, por libertarme y por ser mi Padre Eterno. Yo soy tu hijo (a) por tanto, no estoy huérfano (a). Gracias por Tu Palabra y gracias por tus consejos, lo guardo como el más preciado tesoro en mi corazón. Señor hoy te pido perdón por todos mis errores, me arrepiento y te doy gracias por perdonarme. Ayúdame a buscar tu Rostro cada día y así establecer una comunión intima contigo oh Dios de mi Salvación. Gracias por defender mis pleitos, Tu eres mi Abogado, el que pelea por mí. Gracias por no permitir que yo caiga en vergüenza. Gracias Padre por ser mi Luz y mi Salvación. Hoy descanso en Ti. Gracias Padre mío y Dios mío, mi Dios en quien confiaré. Amén.
Palabra de Dios
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