Espíritu Santo Cambia Mi Manera
La Palabra de Dios es muy clara cuando nos dice que la vida y la muerte están en el poder de la lengua. Todo lo que sale de la lengua proviene de las profundidades del corazón. “Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón, porque de él mana la vida” (Proverbios 4:23).
La lengua es muy peligrosa. Con ella bendecimos a Dios y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, que han sido hechos a la semejanza de Dios. De una misma boca proceden bendición y maldición. “La muerte y la vida están en poder de la lengua” (Proverbios 18:21).
¿Qué está en tu lengua? ¿Qué está en tus palabras? ¿Están llenas de bendiciones o de veneno? ¿Acaso alguna fuente echa por una misma abertura agua dulce y amarga? Hermanos míos, ¿puede acaso la higuera producir aceitunas o la vid higos? Así tampoco ninguna fuente puede dar agua salada y dulce (Santiago 3:8-12).
¿Quién es sabio y entendido entre vosotros? Que lo demuestre por la buena conducta de sus obras en sabia mansedumbre. Pero si tenéis celos amargos y contención en vuestro corazón, no os jactéis ni mintáis contra la verdad, porque esta sabiduría no es la que desciende de lo alto, sino terrenal, animal y diabólica. Donde hay celos y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa (Santiago 3:13-16).
El enemigo no descansa y cada día anda como león rugiente, buscando a quién devorar con sus mentiras y obras perversas. Por esta razón, Dios nos exhorta a orar sin cesar para no caer en pecado: “Orad sin cesar” (1 Tesalonicenses 5:17). Cuando buscamos la sabiduría de Dios, Él, por Su misericordia, transforma y restaura nuestros corazones, dirigiendo cada palabra que sale de nuestros labios. Una lengua transformada por el poder del Espíritu Santo no se entretiene con chismes ni se deleita en los problemas de los demás; más bien, se interesa por orar, animar y bendecir.
Pero la sabiduría que desciende de lo alto es, ante todo, pura; luego pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin parcialidad ni hipocresía. El fruto de justicia se siembra en paz para aquellos que hacen la paz (Santiago 3:17-18).
El objetivo del Señor es que andemos por el buen camino y que nuestras palabras siempre edifiquen, animen y produzcan frutos. Cuando comenzamos a cambiar nuestra forma de hablar hacia una más edificante, Dios nos corrige y nos guía en la dirección correcta. Él conoce nuestros pasos y Su deseo es que andemos en la mejor dirección.
Dios nos corrige para que no nos desviemos, y bajo Su dirección nunca estaríamos perdidos. En Santiago 3:8-18, el mensaje se dirige a los hermanos en la fe, lo que significa que este llamado es para nosotros, los creyentes. Es triste ver cómo algunos han dejado de congregarse debido a una lengua descontrolada y dañina.
Una lengua descontrolada y dañina solo habla veneno. La mayoría de las personas que se dejan llevar por el enemigo caen en murmuración y chismes, y no son confiables. Todo lo que oyen lo distorsionan, añadiendo malas interpretaciones a las historias. Se deleitan en los problemas ajenos y no tienen en su vocabulario palabras de aliento o ánimo.
Casi siempre, las personas que actúan de esta manera tienen raíces de amargura en sus corazones que los han endurecido, y necesitan liberación. Otros simplemente se dejan guiar por las mentiras de Satanás. El Señor nos instruye hoy a elegir Su sabiduría y caminar en Su verdad. El camino de Dios es vida, mientras que el camino de Satanás es muerte. Tú decides.
Dios también nos exhorta a orar sin cesar para no caer en tentación. Si en tu vida hay raíces de amargura o celos amargos, no endurezcas tu corazón y permite que el Espíritu Santo de Dios te guíe. Todos debemos ser guiados por el Espíritu Santo para no caer. Si te sientes débil o desprotegido y has permitido que el enemigo zarandee tu corazón con sus mentiras, aún Dios tiene Su mano extendida para ayudarte. Quizás no tengas fuerzas para cambiar, pero recuerda que no es con tus fuerzas, sino con las de Dios, si le abres tu corazón.
Si no puedes controlar tu lengua, Dios te dice: “Dame todo lo que te molesta, que Yo lo voy a arreglar. Te voy a transformar en una preciosa vasija para que seas útil y de bendición para los demás”. Déjate moldear por el Señor. Señor, moldéame cada día para no caer en tentación. Señor, moldea mi vasija y líbrame de caer; ayúdame a ser una vasija útil para Tu servicio. Ayúdame a ser de bendición a otros con mis palabras, hechos y testimonio. En el Nombre de Jesús. Amén.