El salmista David tenía la seguridad que su fuerza y su protección venían de Dios, y precisamente en momentos donde las fuerzas se agotaban decía con seguridad y confianza:
“Jehová es mi fortaleza y mi escudo; en Él confió mi corazón, y fui ayudado, por lo que se gozó mi corazón, y con mi cántico le alabaré” (Salmos 28:7, RV60).
Dios es fiel y justo. Él es el Único Juez que hace Justicia, Dios nos hará justicia, porque depositamos nuestra confianza en Él. Dios es nuestro Escudo y fortaleza, nuestro pronto Auxilio en la tripulación. Él es nuestro sostén y bajo Su Cobertura estamos seguros. El Salmos nos habla acerca de cómo David se refugiaba en la oración, especialmente cuando sus enemigos se aumentaban. David experimentó un sentimiento de intranquilidad al ver que su pueblo se volvió contra él. Muchos israelitas se unieron a la revuelta de Absalón el hijo de David para ir en contra de David (hasta el hijo de David se reveló contra él). Aun en medio de su persecución, David se humilló ante Dios y se mantuvo confiado en Su Salvador.
Esa comunión constante que David tenía con Dios es la misma comunión que todos debemos tener cada día. Estamos viviendo en un mundo muy violento y es necesario cubrirnos bajo la cobertura de Dios en espíritu y en verdad y clamar a Dios como lo hacía David de esta manera:
Yo me acosté y dormí, y desperté, porque Jehová me sustentaba. No temeré a diez millares de gente, que pusieren sitio contra mí. Levántate, Jehová; sálvame, Dios mío; porque Tú heriste a todos mis enemigos en la mejilla; los dientes de los perversos quebrantaste. La salvación es de Jehová; sobre tu pueblo sea tu bendición. Selah (Salmos 3:1-8 (RVR1960).
En este día te animo a depositar tu confianza en Dios, Él es tu fortaleza, tu baluarte; y tu pronto auxilio. Muchas veces pasamos por procesos que no le vemos punto final. Muchas veces ha llegado a pensar no continuar la carrera, y no tiene más fuerzas. Hoy te animo a clamarle las fuerzas a Dios, porque Él es tu refugio, y fortaleza especialmente; en tiempo de necesidad. Clama en voz alta como lo hizo el salmista David: “En Dios está mi salvación y mi gloria; en Dios está mi roca fuerte, y mi refugio. Esperad en Él en todo tiempo, oh pueblos; derramad delante de Él vuestro corazón; Dios es nuestro refugio. Selah (Salmos 62:7-8).
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