No Pierdas Tu Sabor

Vosotros sois la sal de la tierra: y si la sal se desvaneciere ¿con qué será salada? no vale más para nada, sino para ser echada fuera y hollada de los hombres.  Vosotros sois la luz del mundo: una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder.  Ni se enciende una lámpara y se pone debajo de un almud, mas sobre el candelero, y alumbra á todos los que están en casa.  Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras obras buenas, y glorifiquen á vuestro Padre que está en los cielos. 

Dios te escogió, te apartó porque ya tenía planes mucho antes que tú naciera. (Jeremías 1, 5) Dios nos escogió en Él antes de la creación del mundo, para que seamos santos y sin mancha delante de Él (Efesios 1:4).

 Marcos 9:49-50 “Porque todos serán salados con fuego, y todo sacrificio será salado con sal. Buena es la sal; mas si la sal se hace insípida, ¿con qué la sazonaréis? Tened sal en vosotros mismos; y tened paz los unos con los otros.” ¿Cómo puedo perder mi sabor? Cuando te aferras a cosas del mundo, el mundo es el gran enemigo de Dios. Estamos en el mundo pero no somos del mundo. Dios nuestro Padre nos sacó del mundo para que seamos de Cristo, somos diferentes, la cosa que antes hacíamos ya no la hacemos. Vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable; vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, pero que ahora sois pueblo de Dios; que en otro tiempo no habíais alcanzado misericordia, pero ahora habéis alcanzado misericordia.
 Para que la sal sirva de preservativo debe estar en contacto directo con los alimentos. Debemos permanecer en contacto directo con nuestros semejantes y dar buen ejemplo siempre.  Debemos recordar en todo momento que nuestra ciudadanía, nuestras vidas, están en los cielos, de donde esperamos a nuestro Salvador Jesucristo. Mientras tanto estamos en la tierra para brillar, para ser sal de la tierra en el nombre se Jesús.
Levántate y resplandece, que tu luz ha llegado! ¡La gloria del Señor brilla sobre ti! Mira, las tinieblas cubren la tierra, y una densa oscuridad se cierne sobre los pueblos. Pero la aurora del Señor brillará sobre ti; ¡sobre ti se manifestará su gloria!  Las naciones serán guiadas por tu luz, y los reyes, por tu amanecer esplendoroso.

Padre enseñarnos a saber cómo hablar, que nuestras conversaciones sean siempre amenas y de buen gusto para poder responder a todo aquel que Tú nos envié, en Cristo Jesús, Amén.


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