En este caminar de la vida, Dios me ha dado la oportunidad de conocer a muchas madres con distintas necesidades, una más fuertes que otras. Meditando en cada necesidad puedo llegar a la conclusión que cada necesidad pequeña o grande son un dolor de cabeza y pueden robarle la paz a cualquiera. Cada necesidad por pequeña o grande, requieren interceder en oración por ellas. Cuando me encontraba en el Estado de Washington, Dios me dio la oportunidad de reunirme y conocer madres con diferentes necesidades personales y familiares. Esas necesidades provocaron reunirme con ellas una vez a la semana para orar por las familias, especialmente por los hijos. Nuestros hijos necesitan la intervención de Dios sobres sus vidas por medio de la oración.
Estamos viviendo en un mundo muy competente y cargado con muchas cosas que pueden afectar la estabilidad del hogar. A continuación, voy a mencionar algunos factores que hacen que algunos jóvenes de hoy caigan en redes peligrosas que ponen en peligro sus vidas:
La presión de los amigos:
En la adolescencia, es natural que los jóvenes tengan deseo de pertenecer a un grupo y tener amigos, pero el problema en muchos de los casos, siempre habrá en el grupo amigos que quieren dominar el grupo e influir en las vidas de los demás jóvenes. La mayoría de las veces esas influencias conducen en actividades dañinas tales como consumir alcohol, iniciarlos en las drogas o en placeres mundanos. El deseo de ser aceptado tiene un precio: “tienes que hacer esto o aquello, sino, no pertenece al grupo”. La presión de los “amigos”, hace que los valores implantados en el hogar se rompan llevando como consecuencia dolor entre los familiares.
El plan del enemigo es robar la paz del hogar, el adversario no se cansa de hacer el mal. El Plan de Dios desde el principio es unir la familia, pero satanás quiere contradecir el Plan de Dios tratando de dividirla a como dé lugar.
Hoy existen ciertas creencias entre los jóvenes tales como: “tú tienes que hacer esto o aquello para ser aceptado en mi grupo. “Tú tienes que vestirte o peinarte de esta manera de lo contrario no encaja en mi grupo”. Esto genera mucha presión entre los jóvenes llevándolos a cometer acciones rebeldes que nunca fueron implantada en el hogar.
La rebeldía va acompañada de los vicios y deleites del mundo. La rebeldía es un acto de desobediencia. La rebeldía le gusta hacer lo malo y no quiere agarrar consejos. La rebeldía quita los sueños de los jóvenes para estos nunca progresen.
Nuestra responsabilidad como padres es prestarles atención a nuestros hijos, nunca es tarde para remediar, enmendar y restaurar lo que está roto. Orar por nuestros hijos es la base para sacarlos de las garras de satanás.
La Palabra nos habla en Lucas 15:11-32 (RVR1960), la historia de “un hombre que tenía dos hijos; el menor de ellos dijo a su padre: Padre, dame la parte de los bienes que me corresponde; y les repartió los bienes. No muchos días después, juntándolo todo el hijo menor, se fue lejos a una provincia apartada; y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente. Y cuando todo lo hubo malgastado, vino una gran hambre en aquella provincia, y comenzó a faltarle. Y fue y se arrimó a uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual le envió a su hacienda para que apacentase cerdos. Esto es lo que causa cuando un hijo o un familiar cae en los deleites de la carne.
Dice la palabra que el hijo prodigo deseó la comida de los cerdos, en lo espiritual, esto representa su condición envuelto en el lodo.
“El hijo prodigo deseaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba.
Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre! Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros. Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó. Y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo. Pero el padre dijo a sus siervos: Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies. Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta; porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Y comenzaron a regocijarse.”
Tal vez te siente angustiado como el padre del hijo pródigo de tal manera que, has perdido la esperanza de que tu hijo o hija cambie del camino en que va. Quizás has cargado los guantes y has llegado a pensar que no hay remedio. Piensas que tu hijo, hija, hermano o un familiar muy cerca de ti, se encuentra en las profundidades de las drogas y el alcohol y no sabe cómo ayudar.
Déjame decirte que el poder de la oración puede llegar hasta las más profundidades es ahí donde Dios llega. No todo está ahogado, no todo está perdido. El Todopoderoso tiene la habilidad de sacar a flote lo que se ha hundido.
La Palabra nos habla en el Libro de Jonás acerca de la misericordia de Dios y el poder de la oración.
Cuando los hijos se encuentran en el camino equivocado, andan en desobediencia, le escuchan más a los “amigos” que a los mismos padres. Todo padre que ama a sus hijos anhela que ellos caminen por el buen camino. El Padre Celestial le dijo a Jonás que vaya por el camino hacia a Nínive, pero Jonás se fue por el camino de Tarsis. Jonás pagó su propio pasaje para huir de la presencia de Dios. Cuando pagamos nuestra propia desobediencia, nuestro propio pasaje nos va mal.
La desobediencia de Jonás llegó a parar en el vientre del pez tres días y tres noches. “Entonces oró Jonás a Jehová su Dios desde el vientre del pez, y dijo: Invoqué en mi angustia a Jehová, y Él me oyó; desde el seno del Seol clamé, y mi voz oíste.
Ahí donde te encuentras, déjame decirte que, el hijo prodigo se encontraba revolcado en el lodo, pero reconoció que había procedido mal con su Padre. Nunca es tarde para pedir perdón y empezar de nuevo. El volvió a su casa arrepentido y su padre lo recibió con alegría. Jonás reconoció que andaba en desobediencia y oró en las profundidades del mal y Dios lo escuchó.
No importa en la profundidad en que te encuentres, si te humillas en busca de la ayuda de Dios, Él te escuchará. Jonás intercedió en oración en busca de la misericordia de Dios, de igual manera Dios lo puede hacer contigo.
Hoy te exhorto a pelear la batalla por medio de la oración. Jonás no paró de orar hasta ver su milagro. Dios es el mismo de ayer hoy y para siempre, Su poder no tiene fin.
Dios no es hombre, para que mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta. Él dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará? Números 23:19 (RVR1960)
“Clamé de mi tribulación a Jehová, y Él me oyó; del vientre del infierno clamé, y mi voz oíste”.
Oremos: Padre Eterno, Dios Todopoderoso, lleno están los cielos y la tierra de Tu gloria. Hoy clamo por todos los padres que en estos momentos están teniendo pruebas con sus hijos envueltos en el alcohol y las drogas. Te ruego oh Dios que Tu Manto de protección esté en cada hogar y que esas cadenas de vicios sean cortadas en el nombre de Jesús. Padre mío y Dios mío, paséate en cada hogar y restáuralo por medio de tu poder. Clamo una unción fresca sobre cada joven para que sean lavado y restaurado por el poder de tu Santo Espíritu. Oh Dios, nuestros hijos están en Tus Manos, y lo que está en Tus Manos nada se cae. En Tus Manos estamos seguros. Padre Celestial, danos sabiduría a cómo orar por nuestros hijos. Creemos que nuestros hijos son bendecidos y ninguna arma forjada contra ellos prosperará. Señor, dale la sabiduría a nuestros hijos para que ellos puedan agarrar lo bueno y desechar lo malo. Jehová de los ejércitos, te pido que Tú ordenes las amistades de nuestros hijos. Padre Celestial, rompe toda cadena en el nombre de Jesús. Señor gracias por lo que Tú por Tu Misericordia hará con nuestros hijos. Gracias Señor.