He tenido en múltiples ocasiones la incomoda experiencia de escuchar comentarios como; “el pastor no trabaja”, “si yo diezmo, el pastor no come”, “ser pastor es fácil”.
Desde mi postura, opinar siempre era una tarea muy difícil. El pastor no trabaja, ser pastor es fácil.
Es fácil tener que renunciar a tus sueños personales para decir sí, a un llamado que solo tú y Dios entienden.

Es fácil tener que formar a una familia que debe ser ejemplo para cientos de personas.
Es fácil recibir llamadas a toda hora de personas que quieren contarte sus problemas, a veces triviales y otras veces sumamente complicados.
Es fácil que te despierten a las 2:00 A. M. para informarte que debes asistir a la familia que recién acaba de perder a un ser querido y de paso, quedarte en la vela y entierro y predicar dos o tres veces.

Es fácil que te hablen a las 3:00 de las mañanas para pedirte que vaya a auxiliar al hermano, porque se endemonió viendo películas de terror, y ahí vas a liberarlo no importando la oscuridad de la noche, ni el peligro en las calles.
Es fácil tener que formar lideres e invertir tiempos, recursos y esfuerzos para que después te comenten que se van de la congregación a una menos “complicada”.
Es fácil formar líderes y buenos miembros en la iglesia que no reconocen o agradecen a quien ha contribuido en su formación.
Es fácil mantener motivados a cientos de personas para que se comprometan a vivir bien y en paz con los demás.
Es fácil hacerla de albañil, electrónico, carpintero, plomero, pintor, mecánico, chofer, músico, director de alabanza, jardinero,
Es fácil llamar y visitar a todas aquellas personas que han dejado de asistir a la congregación y a veces, soportar el mal genio que se manejan.

Es fácil tener que asistir a los eventos de la comunidad, de las escuelas o cuando te buscan para representar a la iglesia, aun cuando tienes muchas cosas qué hacer.
Es fácil preparar tres o cuatros predicas a la semana, teniendo en cuenta que construir una predica responsable equivale a 10 0 12 horas de trabajo duro.

Es fácil tener que estar constantemente capacitándose y comprendiendo temas que te permitan desarrollar una buena predica.
Es fácil estar constantemente pensando en como generar recursos para poder desarrollar la congregación, eso a veces equivale a venta de tamales, hamburguesas, y cualquier otro producto atractivamente barato.
Es fácil no tener un salario mensual al que puedes estar esperanzado y que a veces los ingresos no sean los que se necesitan para poder vivir. Sin mencionar que es fácil trabajar sin vacaciones, sin aguinaldo, sin prestaciones.

Es fácil estar escuchando constantemente que aquellos que trabajan en tus equipos están hablando a tus espaldas de tus debilidades, que te están acusando de malversación, aun cuando estos son los mismos que luego de cada sermón te adulan y en la mayoría de las ocasiones, ni diezman. Es fácil estar planificando con prudencia todo el desarrollo de la congregación. Es fácil enfermarse y no tener seguro médico.
Es fácil levantarte de madrugada a orar por las peticiones que cientos de personas te han presentado, aun cuando éstas ni siquiera están orando.
Es fácil tener que decir NO a eventos familiares, peticiones y momentos especiales, solo porque tienes asuntos de iglesia que resolver.

Es fácil tener que explicar todos tus logros materiales y la forma en como administras tu dinero, si, ese que te has ganado trabajando.
Es fácil estar emocionalmente alterado todo el tiempo debido a las múltiples quejas y acusaciones que tienes que escuchar día a días.
Es fácil sentirse cansado, frustrado, triste, resentido y no tener a otros que te pueda escuchar, por miedo a sentirte vulnerable, y lógico; tú eres líder.

Es fácil que te exijan un horario de trabajo y al mismo tiempo no tenerlo. Tienes que estar dispuesto a lo que sea en cualquier momento, para quien sea.
Es fácil soportar la ingratitud de las personas a las que te has dedicado en cuerpo, alma y mente para poder pastorearlas aun en los momentos más difíciles de sus vidas.
Es fácil aguantar los resentimientos que tienen a quien esta al frente de la obra de Dios.
Es fácil escuchar, callar y aguantar en el corazón todo lo que se habla en contra del pastor.

Simplemente es fácil….

Escrito por: Pastor Felipe Antonio B.
Escrito originalmente para www.ministeriosdesanida.org 


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