Cuando leemos y meditamos en la historia de Ana en 1 Samuel 1:1-20 podemos ver cómo Dios ejecuta Su Divino Plan. Mediante el proceso de esterilidad de Ana, ella tuvo que pasar por muchas penurias y lágrimas derramadas, pero Dios se acordó de ella. No importa cual sea tu esterilidad ya sea física o espiritual, si clama a Dios y continúa confiando en Él en espíritu y en verdad, verás cómo Dios preparará el momento de tu gestación. Dice la Palabra que Elcana “tenía dos mujeres; el nombre de una era Ana, y el de la otra, Penina. Y Penina tenía hijos, mas Ana no los tenía” (1 Samuel 1:2). El dolor de Ana se aumentaba debido a que Penina “irritaba, enojándola y entristeciéndola, porque Jehová no le había concedido tener hijos”. (V.6)
El cuadro de dolor de Ana no la derrotó, es cierto que sus lágrimas no tenían fin, pero también es cierto que Dios permitió darle fin a su esterilidad. Dios es un Dios Omnisciente, Él ve y escucha la oración que viene de un corazón contrito y humillado. Ana se humilló ante Dios en busca de ayuda. Dios es nuestro Ayudador, quien extiende Su brazo de poder para levantarnos. Mediante el proceso de impotencia, Dios no quiere que nos quedemos con los brazos cruzados. No podemos darnos por vencidos, ni mucho menos perder la esperanza. Para Dios no hay nada imposible y todo es posible para el que cree por fe.
Como seres humanos, tenemos la tendencia de derrumbarnos ante las adversidades, se nos va el deseo de comer, el sueño y hasta el gozo. Es en esos precisos momentos donde tenemos que levantarnos creerle a Dios y no colgar los guantes. El enemigo siempre quiere vernos estériles, sin frutos y tirados en el suelo.
Dice la palabra de Dios que Ana ante su emergencia se levantó a buscar ayuda a Jehová. “Y se levantó Ana después que hubo comido y bebido en Silo; y mientras el sacerdote Elí estaba sentado en una silla junto a un pilar del templo de Jehová, ella con amargura de alma oró a Jehová, y lloró abundantemente. E hizo voto, diciendo: Jehová de los ejércitos, si te dignares mirar a la aflicción de tu sierva, y te acordares de mí, y no te olvidares de tu sierva, sino que dieres a tu sierva un hijo varón, yo lo dedicaré a Jehová todos los días de su vida, y no pasará navaja sobre su cabeza. Mientras ella oraba largamente delante de Jehová, Elí estaba observando la boca de ella. Pero Ana hablaba en su corazón, y solamente se movían sus labios, y su voz no se oía; y Elí la tuvo por ebria. Entonces le dijo Elí: ¿Hasta cuándo estarás ebria? Digiere tu vino. Y Ana le respondió diciendo: No, señor mío; yo soy una mujer atribulada de espíritu; no he bebido vino ni sidra, sino que he derramado mi alma delante de Jehová. No tengas a tu sierva por una mujer impía; porque por la magnitud de mis congojas y de mi aflicción he hablado hasta ahora. Elí respondió y dijo: Ve en paz, y el Dios de Israel te otorgue la petición que le has hecho. Y ella dijo: Halle tu sierva gracia delante de tus ojos. Y se fue la mujer por su camino, y comió, y no estuvo más triste. Y levantándose de mañana, adoraron delante de Jehová, y volvieron y fueron a su casa en Ramá. Y Elcana se llegó a Ana su mujer, y Jehová se acordó de ella. Aconteció que, al cumplirse el tiempo, después de haber concebido Ana, dio a luz un hijo, y le puso por nombre Samuel, diciendo: Por cuanto lo pedí a Jehová”. 1 Samuel 1:1-20 (RVR1960)
Ana no podía tener hijos por su esterilidad, pero ella clamó a Dios y Él le respondió. Es cierto que Penina tuvo muchos hijos con el esposo de Ana, pero también es cierto que no sabemos nada de ellos. En cambio, todos sabemos de Samuel el hijo de Ana. Él “como profeta se extendió por todo Israel, y Dios continuó revelando Su Palabra a Su pueblo a través de Samuel” (1 Samuel 3: 20-21).
Muchas veces nos desesperamos, pero todo tiene su tiempo. Dios estaba esperando el tiempo preciso para la preñez de Ana debido a que Samuel tenía un Destino Divino para el pueblo de Israel. Fue mucha la espera de Ana, fueron muchas lágrimas y sinsabores, pero ella recibió de parte de Dios una doble porción con su hijo Samuel.
Tal vez la esperanza de Ana por ser madre y darle un hijo a su esposo fue muy larga, pero Dios se acordó de ella. No sé cuál es tu esterilidad ya sea física o espiritual. Todos sabemos que la esterilidad física es cuando los seres humanos no reúnen las condiciones para lograr la reproducción.
La esterilidad espiritual es la discapacidad de dar frutos, no ganar almas para Dios. La esterilidad espiritual aborta los Planes Eternos que Dios tiene para tu vida. Es la voluntad de Dios que seamos fértiles y llevemos frutos agradables a Su nombre.
Regocíjate, oh estéril, la que no daba a luz; levanta canción y da voces de júbilo, la que nunca estuvo de parto; porque más son los hijos de la desamparada que los de la casada, ha dicho Jehová.
“Ensancha el sitio de tu tienda, y las cortinas de tus habitaciones sean extendidas; no seas escasa; alarga tus cuerdas, y refuerza tus estacas”. Isaías 54:1-2 (RVR1960)
Encomienda a Jehová tu camino, y confía en Él; y Él hará Salmos 37:5 (RVR1960)
No sé cuál es tu esterilidad ya sea física, espiritual, de salud, matrimonial o financiera. Sea cualquiera, Dios las conoce todas. Él viene a recordarte que confíe en Él con toda tu mente y tu corazón. Él nunca se equivoca y sabe muy bien lo que te conviene. Seca tus lágrimas, levántate y resplandece porque el Señor tu Dios, se ha acordado de ti.
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