Yo que hago dar a luz, ¿no haré nacer? dijo Jehová. Yo que hago engendrar, ¿impediré el nacimiento? dice tu Dios” (Isaías 66:9 (RVR1960).

Por nuestros buenos testimonios muchos han sido salvos y muchos han creído en el poder de sanidad y los milagros maravillosos del Señor. Dios es el mismo de ayer, hoy y para siempre, nosotros cambiamos, pero Él nunca cambia. Para Dios no hay nada imposible, Él hace todo posible.

Cuando mi familia y yo vivíamos en Alemania tuve la mala noticia que mi padre se encontraba grave y tuvimos que salir de emergencia. En mi agonía por llegar a mi casa reflexionaba y oraba con Dios para que en medio de la tormenta Él se manifestara. Oraba para que Dios en medio del dolor confortara mi familia. Después de nueve horas y media desde Alemania, finalmente llegamos a la República Dominicana. La casa estaba llena de familiares y amigos, nosotros éramos los últimos que faltábamos y parecía que mi padre nos estaba esperando puesto que, media hora después mi padre se había ido con el Señor. Todos estábamos tristes y muchos estaban llorando. En esos momentos yo no podía llorar debido a que tenía que ser fuerte para consolar a los más débil. En medio de la tristeza ya no podía más y me alejé hacia el patio donde no había nadie y empecé a llorar. En mi desconsuelo, vino a mi encuentro una amiga de la infancia que se encontraba muy triste y desconsolada. Ella me dijo: “amiga ten ánimo”, “Que tú me dejas a mí, que soy huérfana de padre y de madre y para colmo de males soy estéril”. “Soy estéril y no puedo dar hijos”.

Algunas veces en medio de la desesperación, pensamos que somos los únicos que tenemos problemas, pero cuando miramos a nuestro alrededor, hay otras personas que están pasando por situaciones peores que nosotros. Cuando escuché a mi amiga desahogando sus penas, me sequé mis lágrimas y empecé a ministrarle porque reconocí que su emergencia y circunstancia era más grande. Para la gloria de Dios, Él me dio fuerza para orar por mi amiga poniéndome Palabras de vida y fertilidad para mi amiga de la infancia.

Durante la oración le hablaba acerca del milagro que hizo Dios con Sara la esposa de Abrahán y cómo siendo estéril Dios la bendijo con un hijo. “Y Sara concibió y dio a Abraham un hijo en su vejez, en el tiempo que Dios le había dicho” (Génesis 21:2). Sara aparte de ser estéril, también fue una mujer avanzada en edad, fue una mujer a la cual Dios bendijo su vientre para que pueda reproducir y ser mamá.

En 1 Samuel 1:11 nos habla también acerca de la historia de Ana cuando ella clamó al Señor para tener un hijo que no llegaba. Ana le hizo una promesa a Dios y oró así: “¡Acuérdate de mí! No me olvides. Si me concedes un hijo, te lo entregaré a ti”. Ana clamó con lágrimas y Dios le concedió el deseo de su corazón dándole al profeta Samuel, usado considerablemente por Dios. Ana cumplió lo que prometió al Señor, ella lo consagró para Él.

Así como Dios se manifestó con Sara y con Ana de manera sobrenatural, también, Él se manifestó ese día con mi amiga de la infancia. Él derramó Su poder y Su gracia desafiando el reporte de la ciencia médica. Dios convirtió la esterilidad de mi amiga a fertilidad para Su gloria y Honra. Lo que empezó con lágrimas terminó en alegría. Tal vez puedas llorar toda la noche, pero el gozo del Señor viene en la mañana. Hoy mi amiga goza de un hijo que Dios le ha dado. Su hijo es un milagro del Señor nuestro Dios todopoderoso, Él tiene planes Eternos para ese joven. Jeremías 29:11.

Si estás deseando ser mamá pídeselo a Dios confiando que Él te escuchará y nunca olvides lo que Dios ha hecho por ti. Si tus negocios están estériles, clama a Dios con fe y de todo corazón para que Él fertilice tus negocios. Si tu casa se encuentra en terreno no fértil, clama a Dios y Él te responderá y fertilizará lo que este seco. Él es la Fuente de agua viva.

Nuestras oraciones deben ser precisas de acuerdo con el poder de la Palabra de Dios. Debemos de apoyarnos en Palabras que guarden relación con lo que estamos pasando y aplicarla a nuestras vidas con fe y creyendo que Dios hará la obra.

Oremos: Padre Eterno, Dios todopoderoso. Te damos gracias por tu infinita gracia. Enséñanos a confiar y creer plenamente en Ti. Señor, aumenta mi fe. En el nombre de Jesús, te pido que rompa toda cadena de dudas y de infertilidad en cada área de mi vida. En el nombre de Jesús, echo fuera de mi vida y de mi casa el espíritu de infertilidad y clamo fertilidad en mi cuerpo y en todas las áreas que necesitan ser fértil. Señor fertiliza mi vida con tu Palabra para que puedas llevar frutos de alabanzas a Tu Nombre. En el nombre de Jesús te lo pido. Amén.

www.ministeriosdesanidad.org


Autora del libro “Venciendo los Miedos por fe: Corre para ganar”, está disponible en Amazon Kindle Edition | https://amzn.to/3Mz5Ztw

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