Este año es muy importante para muchos deportista de todas las disciplina y de toda parte del mundo. Sus ojos están enfocados en los Juegos Olímpicos que se llevarán a cabo en Londres.
Se acerca la hora cero y muchos ya están listos para la carrera, en cambio otros no. Muchos atletas están concentrados física y mentalmente en sus entrenamientos fuertes para quedar bien en las competencias y ganar el premio.
Sus ojos están fijos en la meta para recibir el galardón honestamente y con esfuerzo. ¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis.
Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible. 1 Corintios 9:24-25
Es cierto que durante la carrera, vamos a ver obstáculos difíciles de saltar, pero sabemos que tenemos un Padre que nos da las estrategias necesarias para sobrepasar todos los obstáculos por más altos que estos sean.
El Señor Todopoderoso es quien nos levanta si nos caemos. Para ganar la carrera, es necesario correrla con la guía de Dios para que nos vaya bien.
Depender del Señor en todo es la clave para el triunfo, sin su guía, correríamos sin rumbo y sin dirección.
Los atletas tienen la mirada en las Olimpiadas, mas los hijos del Señor tienen mirada fijada en Cristo, Él es nuestra Meta y nuestro galardón.
Muchos han escrito las resoluciones para empezar un nuevo año libre de problemas y libres de obstáculos en sus carreras diarias.
Esto solo se logra dejando lo viejo atrás, dejando las penas, dejando las amarguras y olvidando el pasado que no te deja avanzar en la carrera.
Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.
Para mantenernos en el carril y correr en libertad, es necesario despojarnos de todo peso, de toda carga de dolor que nos impide llegar a la meta.
Cada día debemos pedirle al Señor que nos enseñe a cómo correr, y a cómo caminar de acuerdo a como a Él le agrada.
Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. Hebreos 12:1-2
Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente: no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios será contigo en donde quiera que fueres. Josué 1:9
Bendiciones