YO SOY JEHOVÁ DIOS DE TODA CARNE ¿HABRÁ ALGO QUE SEA DIFÍCIL PARA MÍ?
En medio de esta crisis, tal vez estás cansado y piensas que Dios te ha dejado. En medio de esta pandemia que estamos viviendo, Dios es nuestro Amparo y nuestra Fortaleza, nuestro pronto Auxilio en la tribulación. Él es nuestro Refugio en tiempo de adversidad. El Santo de Israel, Jehová de los Ejércitos, no está detenido en tu presente; Él está trabajando en tu futuro. Él nunca se equivoca, el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo.
Esta crisis pueda que sea difícil para cada uno de nosotros, pero no es difícil para Dios. En medio de este tiempo de dificultad, Dios te va a preparar y darte vida, prepárate porque Él preparará una gran bendición a tu vida como lo hizo con el profeta Jeremías. Cuando sienta que no tiene fuerzas, clama al Dios de lo imposible. Yo Soy Jehová, Dios de toda carne; ¿habrá algo que sea difícil para Mí?
Cuando Jeremías estaba en la cárcel, Dios preparó una gran bendición aun cuando el profeta sentía que todo se había acabado. Dios se manifestó con milagros, maravillas y prodigios, cuando todo se veía incierto. Tal vez piensas que el panorama de la pandemia se ve incierto y muy pesimista, pero hay un Dios que todo lo puede; Él tiene el poder de cambiar tus lamentos en esperanza como lo hizo con Jeremías. Jerusalén estaba sitiada y su futuro era incierto. Jeremías estaba en la cárcel y le esperaba muchos infortunios, pero el Plan de Dios era otro y le dijo: “He aquí que Hanameel hijo de Salum tu tío viene a ti, diciendo: Cómprame mi heredad que está en Anatot; porque tú tienes derecho a ella para comprarla.
Y vino a mí Hanameel hijo de mi tío, conforme a la palabra de Jehová, al patio de la cárcel, y me dijo: Compra ahora mi heredad, que está en Anatot en tierra de Benjamín, porque tuyo es el derecho de la herencia, y a ti corresponde el rescate; cómprala para ti. Entonces conocí que era palabra de Jehová. Y compré la heredad de Hanameel, hijo de mi tío, la cual estaba en Anatot, y le pesé el dinero; diecisiete siclos de plata. Y escribí la carta y la sellé, y la hice certificar con testigos, y pesé el dinero en balanza. Tomé luego la carta de venta, sellada según el derecho y costumbre, y la copia abierta. Y di la carta de venta a Baruc hijo de Nerías, hijo de Maasías, delante de Hanameel el hijo de mi tío, y delante de los testigos que habían suscrito la carta de venta, delante de todos los judíos que estaban en el patio de la cárcel. Y di orden a Baruc delante de ellos, diciendo:
Así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: Toma estas cartas, esta carta de venta sellada, y esta carta abierta, y ponlas en una vasija de barro, para que se conserven muchos días. Porque así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: Aún se comprarán casas, heredades y viñas en esta tierra. Y después que di la carta de venta a Baruc hijo de Nerías, oré a Jehová, diciendo: !!Oh Señor Jehová! he aquí que tú hiciste el cielo y la tierra con tu gran poder, y con tu brazo extendido, ni hay nada que sea difícil para ti; que haces misericordia a millares, y castigas la maldad de los padres en sus hijos después de ellos; Dios grande, poderoso, Jehová de los Ejércitos es Su Nombre; grande en consejo, y magnífico en hechos; porque Tus ojos están abiertos sobre todos los caminos de los hijos de los hombres, para dar a cada uno según sus caminos, y según el fruto de sus obras.
Tú hiciste señales y portentos en tierra de Egipto hasta este día, y en Israel, y entre los hombres; y te has hecho nombre, como se ve en el día de hoy. Y sacaste a tu pueblo Israel de la tierra de Egipto con señales y portentos, con mano fuerte y brazo extendido, y con terror grande; y les diste esta tierra, de la cual juraste a sus padres que se la darías, la tierra que fluye leche y miel; y entraron, y la disfrutaron; pero no oyeron tu voz, ni anduvieron en tu ley; nada hicieron de lo que les mandaste hacer; por tanto, has hecho venir sobre ellos todo este mal. He aquí que con arietes han acometido la ciudad para tomarla, y la ciudad va a ser entregada en mano de los caldeos que pelean contra ella, a causa de la espada, del hambre y de la pestilencia; ha venido, pues, a suceder lo que tú dijiste, y he aquí lo estás viendo.
!!Oh Señor Jehová! ¿y tú me has dicho: Cómprate la heredad por dinero, y pon testigos; aunque la ciudad sea entregada en manos de los caldeos? Y vino palabra de Jehová a Jeremías, diciendo: He aquí que Yo Soy Jehová, Dios de toda carne; ¿habrá algo que sea difícil para mí? Jeremías 32:6-27
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