Dios es un Dios de segunda oportunidad. La Palabra de Dios nos habla en Job 14:7 “Porque si el árbol fuere cortado, aún queda de él esperanza; retoñará aún, y sus renuevos no faltarán”. Cuando mi familia y yo vivíamos en Alemania, vivíamos en un pueblo que se llama Baumholder, el pueblo es famoso por ser un lugar frio y lluvioso. El sol no sale mucho y lo que es peor, el invierno es extremadamente frio y largo. Una mañana mientras me encontraba preparando los alimentos en la cocina, hablaba con Dios y en mi oración le estaba diciendo a Dios cómo me sentía. Acabábamos de llegar a ese lugar frio, de idioma diferente y lejos de mis familias. Sin amistades ni trabajo y todavía no teníamos iglesia para congregarnos. Al no estar asistiendo a una iglesia llegó un momento que me estaba enfriando. Empecé a sentir una sed espiritual y Dios era el Único que podía saciarla. Esa sequedad la podía sentir en todo mi ser, sabia que necesitaba ser reparada por Dios. En mi oración, le pedía a Dios paz y que me enseñe a mirar las cosas como Él la ve. miré hacia la ventana, afuera había un árbol sin hojas que parecía que estaba a punto de caer. Y le dije a Dios: “Así como ese árbol se ve, así me siento yo”, luego empecé a llorar.
Hermanos, el Señor es tan lindo y maravilloso que Él se conduele de Sus hijos. De repente volví a ver el árbol de otra manera, era como si Dios estaba ahí hablándome y diciéndome: “aunque las hojas del árbol se hayan caído y el árbol se vea seco y a punto d caer, las raíces están vivas”. ¡Aleluya!!!
Ya mi mente y mi alma estaban percibiendo las cosas de otra manera positiva. La palabra de Dios cobró vida en mi ser y en mi manera de pensar. Jesús es nuestro Alfarero, que nos moldea, el Consejero que nos brinda consejos y el Consolador que nos consuela en momentos difíciles. El Hijo de Dios, tomó los huesos secos y le dio vida e identidad en Él. Nuestra identidad no está determinada por nuestras acciones pasadas sino por el cambio de restauración que Dios ha hecho en nosotros. Jesús pagó el Precio por nosotros. Él adquirió nuestras vidas con Su Sangre preciosa y nos unió a una relación con el Padre, quien por Su misericordia nos adoptó como Sus hijos amados. El vino a darnos vida y vida en abundancia. El anhelo de Dios es que nos levantemos no importa por la necesidad en que nos encontremos. Él está ahí para levantarte no importa lo frio que se encuentre tu desierto. Hoy el Señor nos dice a todos:
“Así dice Jehová, el que abre camino en el mar, y senda en las aguas impetuosas; el que saca carro y caballo, ejército y fuerza; caen juntamente para no levantarse; fenecen, como pábilo quedan apagados. No os acordéis de las cosas pasadas, ni traigáis a memoria las cosas antiguas. He aquí que Yo hago cosa nueva; pronto saldrá a luz; ¿no la conoceréis? Otra vez abriré camino en el desierto, y ríos en la soledad”. Isaías 43:16-19 (RVR1960)
“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Corintios 5:17 (RVR1960)
Padre Eterno, te doy gracias por tu gran amor. Gracias por hacerme ver las cosas de la manera que te agrada. Gracias Señor porque en medio de la sequedad, Tú continúa abriendo caminos. Amén.
Bv. Flores
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