Jehová es mi luz y mi salvación
Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme? Cuando se juntaron contra mí los malignos, mis angustiadores y mis enemigos, para devorar mi carne, ellos tropezaron y cayeron. Aunque un ejército acampe contra mí, no temerá mi corazón; aunque contra mí se levante guerra, yo estaré confiado.
Una cosa he demandado a Jehová, y esto buscaré: que esté yo en la casa de Jehová todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura de Jehová y para inquirir en Su templo. Porque Él me esconderá en Su tabernáculo en el día del mal; me ocultará en lo reservado de Su morada; sobre una roca me pondrá en alto. Luego levantará mi cabeza sobre mis enemigos que me rodean, y yo sacrificaré en Su tabernáculo sacrificios de júbilo; cantaré y entonaré alabanzas a Jehová.
Oye, oh Jehová, mi voz con que a ti clamo; ten misericordia de mí, y respóndeme. Mi corazón ha dicho de ti: “Buscad mi rostro”. Tu rostro buscaré, oh Jehová. No escondas tu rostro de mí; no apartes con ira a tu siervo; mi ayuda has sido. No me dejes ni me desampares, oh Dios de mi salvación. Aunque mi padre y mi madre me dejaran, con todo, Jehová me recogerá.
Enséñame, oh Jehová, tu camino, y guíame por senda de rectitud a causa de mis enemigos. No me entregues a la voluntad de mis adversarios; porque se han levantado contra mí testigos falsos y los que respiran crueldad. Hubiera yo desmayado, si no creyese que veré la bondad de Jehová en la tierra de los vivientes.
Aguarda a Jehová; esfuérzate, y aliéntese tu corazón; sí, espera a Jehová.
(Salmo 27, Reina-Valera 1960)