Mi siervo eres tú; te escogí, y no te deseché.

El miedo es una de las peores enfermedades que puede afectar al ser humano. No se manifiesta en el cuerpo como una dolencia física, pero invade la mente y el corazón, paralizando nuestras acciones, minando nuestra fe, y debilitando nuestra voluntad. Hoy en día, muchas personas viven acorraladas por el miedo, ya sea debido a problemas financieros, enfermedades, conflictos familiares o problemas legales que trae como consecuencia una incertidumbre sobre el futuro. El miedo tiene la capacidad de convertirse en una barrera que nos impide avanzar hacia nuestros sueños y cumplir los propósitos que Dios tiene para cada uno de nosotros.

El miedo nos expone y nos puede dominar. Nos puede llevar a hablar sin pensar, nos pone nerviosos, y muchas veces nos hace perder el dominio propio e incluso nuestra identidad. Sin embargo, en medio de esta lucha, la Palabra de Dios nos ofrece un refugio y una promesa de esperanza porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.

El profeta Isaías nos recuerda las palabras de Dios dirigidas a Su pueblo:
“Pero tú, Israel, siervo mío eres; tú, Jacob, a quien Yo escogí, descendencia de Abraham mi amigo. Porque te tomé de los confines de la tierra, y de tierras lejanas te llamé, y te dije: Mi siervo eres tú; te escogí, y no te deseché. No temas, porque Yo estoy contigo; no desmayes, porque Yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia.” (Isaías 41:8-10)

Estas palabras no solo fueron dirigidas a Israel, sino que hoy también son para cada uno de nosotros. Dios nos llama por nuestro nombre, nos recuerda que somos Su creación, Su elección y Su obra amada. Él promete estar a nuestro lado, sostenernos y darnos fuerzas, cuando nuestras propias fuerzas flaquean e incluso, cuando somos perseguidos.
“He aquí que todos los que se enojan contra ti serán avergonzados y confundidos; serán como nada y perecerán los que contienden contigo. Buscarás a los que tienen contienda contigo, y no los hallarás; serán como nada, y como cosa que no es, aquellos que te hacen la guerra. Porque Yo Jehová soy tu Dios, quien te sostiene de tu mano derecha, y te dice: No temas, Yo te ayudo.” (Isaías 41:11-13)

Cuando el miedo toque a tu puerta, recuerda estas promesas de Dios. No lo enfrentes con tus propias fuerzas; deposita todos tus temores en Jehová. Él es tu escudo, tu fortaleza y quien pelea tus batallas.

Cuando permitimos que el amor perfecto de Dios llene nuestro corazón, ese amor echa fuera todo temor. Así, podemos avanzar con valentía, sabiendo que no estamos solos y que Su fuerza nos sostiene. Que cada día podamos clamar al Señor, como lo hizo el salmista: “En el día que temo, yo en Ti confío” (Salmo 56:3).

La clave está en confiar en Él con todo tu corazón y en recordar que Su diestra siempre está dispuesta a levantarte. No temas, porque Él está contigo; no desmayes, porque Su presencia es suficiente para darte victoria sobre cualquier temor. Aun cuando los problemas parezcan abrumadores, Su promesa permanece firme: Dios nos dice: “Yo te ayudaré, no temas.

Confía, y vive cada día con la certeza de que no estás solo.

Vamos a orar

Padre de amor y misericordia,
En esta hora nos presentamos ante Ti, reconociendo que Tú eres nuestra fortaleza y refugio en tiempos de dificultad. Venimos a suplicarte por cada persona que está atravesando momentos de temor y ansiedad, situaciones que los paralizan y les roban la paz. Señor, muchas veces no sabemos qué hacer, pero en Ti encontramos dirección y esperanza.

Que cada día podamos clamar al Señor, como lo hizo el salmista: “En el día que temo, yo en Ti confío” (Salmo 56:3). Hoy decidimos, clamar a Ti oh Dios y depositar todas nuestras ansiedades y temores en Tus manos, confiando en que bajo Tu refugio siempre estaremos seguros.

También nos aferramos a la promesa de Filipenses 4:6-7: “No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.”

Te rogamos, Señor, que esa paz sobrenatural que solo Tú puedes dar, inunde los corazones y las mentes de quienes están luchando con incertidumbres, temores o preocupaciones. Llena sus vidas con Tu amor, renueva sus fuerzas, y que puedan experimentar Tu presencia en medio de cualquier tormenta.

Padre, danos la fe para confiar en que Tus promesas son fieles y verdaderas. Ayúdanos a recordar que no estamos solos, que Tú peleas nuestras batallas y que nada ni nadie puede separarnos de Tu amor.
Gracias, Señor, porque Cuando siento miedo, pongo en ti mi confianza. Gracias Padre Eterno, porque en Ti encontramos refugio, consuelo y fortaleza. En el nombre de Jesús, te lo pedimos. Amén.

No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.

www.ministeriosdesanidad.com
Escrito por Buenaventura Flores


Autora del libro “Venciendo los Miedos por fe: Corre para ganar”, está disponible en Amazon Kindle Edition | https://amzn.to/3Mz5Ztw

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