Dios da la sabiduría a los sabios, y la ciencia a los entendidos
Dios habita en medio de las alabanzas de Su pueblo y conoce las necesidades de Sus hijos. Debemos enaltecer y alabar el nombre de nuestro Señor en todo momento, sabiendo usar correctamente los dones que Él nos ha dado, dejando atrás las cosas pasadas y carnales que nos alejan del Plan Perfecto de Dios. Es necesario cambiar nuestra manera de pensar para caminar alineados en obediencia a Dios y así ver Sus milagros manifestarse en nuestras vidas.
Llevar una vida de oración, confiando en lo que Dios puede hacer en nosotros, nos llevará a la victoria. Dios es el mismo de ayer, hoy y por los siglos de los siglos, y se manifiesta entre los entendidos, aquellos que se refugian en Él y creen en Sus promesas. La alabanza es poderosa, pues es un acto de agradecimiento y confianza en Dios.
Dios conoce cuando Sus hijos atraviesan momentos de angustia y, de inmediato, Él socorre y ayuda a Su pueblo. Así sucedió con Daniel cuando ayunó y clamó a Dios porque su vida estaba en peligro. Cuando Daniel recibió la respuesta del Señor, en agradecimiento lo alabó con estas palabras:
“Y Daniel habló y dijo: Sea bendito el nombre de Dios de siglos en siglos, porque suyos son el poder y la sabiduría. Él muda los tiempos y las edades; quita reyes, y pone reyes; da la sabiduría a los sabios, y la ciencia a los entendidos. Él revela lo profundo y lo escondido; conoce lo que está en tinieblas, y con él mora la luz. A ti, oh Dios de mis padres, te doy gracias y te alabo, porque me has dado sabiduría y fuerza, y ahora me has revelado lo que te pedimos; pues nos has dado a conocer el asunto del rey.” (Daniel 2:20-23)”
Esta corta Reflexión nos enseña que Dios es Fiel y Verdadero para quienes le buscan con un corazón lleno de gozo y sincero. En todo tiempo, alabemos Su Nombre, confiando en Sus Promesas y perfecta voluntad. Dios es bueno y para siempre es Su misericordia.
El ayuno y clamor de Daniel hizo que Dios le brindara gozo y paz. De igual manera, quizás te encuentras en una situación difícil, lleno de preocupación, esperando que Dios haga un milagro en tu vida. Cree y confía en lo que Dios puede hacer en ti, porque no hay obstáculo tan grande que Él no pueda derribar. Dios es el Todopoderoso, y para Él no hay nada imposible.
Tal vez te sientes triste y has derramado muchas lágrimas, pero recuerda que todo pasa, porque “por un momento será su ira, pero su favor dura toda la vida. Por la noche durará el lloro, y a la mañana vendrá la alegría” (Salmo 30:5). Sécate las lágrimas, porque la batalla no es tuya; es de Dios. Él pelea por ti. Descansa y confía en Aquel que todo lo puede: Jesucristo.
