Oración Mueve Montañas

La oración que sale del corazón es el puente que nos conecta con Dios. Él siempre desea comunicarse con nosotros y anhela que nos acerquemos a Él en oración. Esta es una necesidad fundamental en la vida del ser humano, pues sin ella, nunca podremos llegar a puertos seguros. La oración es lo que nos impulsa a la guerra espiritual para pelear las batallas que enfrentamos; sin ella, no podremos vencer. Una iglesia que camina en oración es invencible, no hay diablo que pueda detenerla. La oración te conecta con lo Divino y te permite experimentar la presencia de Dios. Si deseas estar conectado con Dios, es necesario orar, porque Dios escucha la oración sincera que viene del corazón. Debemos conectarnos con Él, pues el Espíritu Santo intercede con el Padre por nosotros. No estamos solos cuando oramos, ya que hay un remanente intercediendo unánimes en oración por el pueblo de Dios.

Cuando Daniel intercedió, dijo: “Yo seguí hablando y orando al Señor mi Dios. Le confesé mi pecado y el de mi pueblo Israel, y le supliqué en favor de Su Santo Monte. Se acercaba la hora del sacrificio vespertino. Y mientras yo seguía orando, el ángel Gabriel, a quien había visto en mi visión anterior, vino en raudo vuelo a verme y me hizo la siguiente aclaración: ‘Daniel, he venido en este momento para que entiendas todo con claridad. Tan pronto como empezaste a orar, Dios contestó tu oración. He venido a decírtelo porque tú eres muy apreciado’” (Daniel 9:20-23).

Dios escucha la oración humilde que sale del corazón, la oración en ayuno y rendición, aquella en la que el egocentrismo no tiene lugar, pues Dios ya conoce nuestras necesidades. Daniel luchó en oración por su pueblo Israel y Dios respondió a su clamor.

La guerra espiritual es real, y por eso debemos interceder en todo tiempo. La calidad de un creyente se define por su vida de oración. El caminar del cristiano está determinado por su compromiso en la oración. Desde Génesis hasta Apocalipsis, las Escrituras nos muestran que los hijos de Dios se movieron por oración:

  1. Abrahán intercedió por un hijo.
  2. Eliezer oró por la esposa de Isaac.
  3. Jacob intercedió en oración por una bendición.
  4. Moisés oró por la presencia de Dios para el pueblo de Israel.
  5. Josué oró para que el sol se detuviera, y el sol se detuvo.
  6. Sansón pidió una última victoria, y los muros cayeron.
  7. Ana oró por un hijo, y Dios le concedió a Samuel.
  8. David oró por dirección.
  9. Salomón oró por sabiduría.
  10. Elías oró para que los cielos se abrieran.
  11. Isaías oró por limpieza.
  12. Jeremías oró por juicio.
  13. Ezequiel oró por el remanente.
  14. Daniel oró por perdón.
  15. Esdras oró por ayuda.
  16. Jonás oró por libertad y fue liberado.
  17. Habacuc oró por un avivamiento.
  18. La mujer con flujo de sangre creyó y, al tocar a Jesús, fue sanada. La oración de fe sana, salva y libera.

Jesús mismo oró en todo tiempo. En los evangelios vemos que Jesús se retiraba constantemente a orar. Cada oportunidad que tenía, la aprovechaba en oración. En una ocasión, les dijo a Sus discípulos: “¿No habéis podido velar conmigo ni una sola hora?” Pero ellos se quedaron dormidos. Si eso les ocurrió a los apóstoles, ¿cuánto más a nosotros? Por eso, debemos orar sin cesar.

Los apóstoles en el libro de los Hechos eran un pueblo de oración, y Pablo, un hombre de oración, dijo en la carta a los Efesios: “Por esta causa, yo doblo mi rodilla en oración”. La oración es de suma importancia. Mi pregunta es: ¿Por qué no oramos?

Cuando oras, Dios escucha tu clamor; solo espera y descansa en Él. Ora, porque la oración es poderosa y transforma. Ora y confía en el Señor, porque Él pelea las batallas por cada uno de nosotros. Como dice Su Palabra: “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús” (Filipenses 4:6-7, RVR1960).

“Llamarás, y el Señor responderá; pedirás ayuda, y Él dirá: ‘¡Aquí estoy!’” (Isaías 58:9, NVI).

Mensaje cristiano
www.ministeriosdesanidad.com


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