Perdona, Perdona y Perdona
En el Sermón del Monte, el Señor, en Su Palabra, nos habla acerca del odio y el enojo, diciendo: “Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio” (Mateo 5:22). Estas Palabras nos manda a examinar nuestros corazones y despojarnos de sentimientos de ira o resentimiento hacia los demás.
El Señor nos manda a buscar la reconciliación con nuestro hermano antes de presentarnos ante Su presencia, afirmando la importancia de la pureza en nuestras relaciones humanas como reflejo de nuestra comunión con Él.
Además, nos insta a hacerlo inmediatamente, sin permitir que el resentimiento eche raíces y nos arrope. El enojo, cuando no se controla, puede convertirse en una puerta abierta al pecado, y no proviene de Dios. El enojo, la falta de perdón, el odio y el resentimiento generan raíces de amargura, y estos sentimientos negativos dañan nuestra alma, nuestro corazón y nos impiden avanzar.
Por eso, cuando tu hermano te ofenda, perdónalo y entrégale la situación al Señor. La reconciliación no solo beneficia a quien la recibe, sino que libera a quien la otorga, permitiéndole vivir en paz y en obediencia a Dios. Jesús enfatiza esto al decir: “Si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda” (Mateo 5:23-24).
En los versículos 25 y 26, el Señor nos exhorta a buscar acuerdos y resolver los conflictos mientras haya oportunidad, recordándonos que la falta de reconciliación tiene consecuencias no solo espirituales, sino también prácticas en nuestra vida diaria. Como hijos de Dios, estamos llamados a ser pacificadores y a reflejar Su amor a través del perdón.
Escrito por Buenaventura
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