¡Refúgiense en el Señor y en Su fuerza, busquen siempre Su presencia! Recurran al Señor y a su fuerza; busquen siempre Su Rostro. 1 Crónicas 16:11/ Salmo 105:4
Cuando la presencia de Dios está, fruyen aguas de ríos de agua viva en nuestro ser. La presencia de Dios cambia tus lamentos en baile, la tristeza se va cuando entra en la presencia de Dios. Cuando la presencia de Dios está, hay sanidad y liberación. Recibimos sanidad y liberación cuando nos humillamos ante la presencia de Dios; y dejamos que Él trabaje en nosotros. El rey David reconoció que sin la presencia de Dios nada podía hacer, solo le pedía al Señor: “una sola cosa le pido al Señor, y es lo único que persigo: habitar en la casa del Señor todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura del Señor y recrearme en su templo” (Salmos 27:4). De igual modo, también nosotros debemos anhelar la presencia de Dios como la anhelaba el Salmista David.
Cuando la presencia de Dios no está en tu vida, viene la derrota y la esclavitud y todo se torna gris. Cuando la presencia de Dios entra en la vida, rompe toda cadena que atan al ser humano; y lo que antes era torcido; se endereza ante la presencia de Dios. Busquemos la presencia de Dios y permanezcamos en Él para que fluya el Espíritu Santo de Dios en nuestras vidas.
¿Cómo sabemos que permanecemos en Él, y que Él permanece en nosotros?Porque nos ha dado de Su Espíritu. Y la esperanza no desilusiona, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo que nos fue dado. 1 Juan 4:13/ Romanos 5:5
Mansaje de Dios www.ministeriosdesanidad.com
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