No_hay_nadie_como_tu_Jesus2.jpg“Cuando descendió Jesús del monte, le seguía mucha gente. Y he aquí vino un leproso y se postró ante Él, diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme. Jesús extendió la mano y le tocó, diciendo: Quiero; sé limpio. Y al instante su lepra desapareció” (Mateo 8:1-3 Reina-Valera 1960 (RVR1960). Cuando leemos la Biblia podemos notar que después que Jesús sanó al leproso, el libro de Mateo enseña unas series de milagros y prodigios que demuestran la Autoridad y Poderío de Jesús. El Manto de Sanidad del Señor se derramó sobre el siervo del centurión, sobre la suegra de Pedro y sobre muchos endemoniados. La Unción Fresca del Señor calmó las olas y los vientos, perdonó y sanó a un paralítico, sanó a la mujer del flujo de sangre y resucitó a la hija de Jairo. Dos ciegos fueron sanados y un mudo recuperó el habla. Tú no se queda fuera de la lista del Señor, Él se ha acordado también de ti y viene a sanarte y a limpiarte, solo cree por fe que recibirá tu milagro de parte de Dios.

Hay un gesto humilde que realizó el leproso que le agradó a Jesús. Dice la Palabra que el leproso se postró ante el Maestro. La palabra postrar significa arrodillarse o ponerse a los pies de alguien, humillándose o una indicación de respeto, devoción o ruego. El leproso se acercó a Jesús en una actitud de devoción, como también con una actitud de fe. La fe es la que liberta y sana. El leproso se movió por fe aun cuando la sociedad y la gran multitud lo despreciaban. Este hombre había perdido la identidad, ya ni nombre tenía, solo sabemos que la sociedad le llamaba el leproso. A él no le importó el desprecio de las gentes, él se levantó en busca de su milagro cueste lo que cueste pues por medio de esa fe, él sabía que Jesús pedía devolverle la salud. La enfermedad que este hombre tenía era lepra, enfermedad que para ese entonces era incurable. Una persona leprosa, era separada de la sociedad y la consideraban inmunda. Levítico 13:45-46 nos brinda con más detalles cómo trataba la sociedad a los leprosos: “Y el leproso en quien hubiere llaga llevará vestidos rasgados y su cabeza descubierta, y embozado pregonará: !!Inmundo! !!Inmundo! Todo el tiempo que la llaga estuviere en él, será inmundo; estará impuro, y habitará solo; fuera del campamento será su morada”. En otras palabras. No había compasión con estas personas.

Dice la Palabra que “Cuando descendió Jesús del monte, le seguía mucha gente” (Mateo 8:1). Me puedo imaginar al leproso en medio de tantas gentes y el repudio de ellos hacia él. En medio de la multitud, nadie tocó el corazón de Jesús excepto el leproso. Jesús es tocado por fe, Él es tocado cuando alguien se humilla en reverencia a Él. El leproso, entró en la presencia de Jesús con devoción y humildad diciendo: “Señor, si quieres, puedes limpiarme”. Si quiere significa: desear, querer, también significa la idea de estar listo para recibir un milagro de parte de Dios. Luego Jesús le dijo: “Si Quiero”. Me puedo imaginar a las gentes de lejitos para no contaminarse, de lejitos para no tocarlo, pero Jesús lo tocó y poder de sanidad se desprendió de Él. El leproso recibió sanidad inmediatamente porque creyó en el poder de sanidad del Señor.

Ahí donde te encuentras, quizás te ha sentido como el leproso rechazado por la sociedad en muchas áreas de tu vida. Hoy el Señor viene a sanar tu lepra, viene a sanar tus llagas y a quitarte las ropas rasgada y vestirte con ropas esplendorosas y limpias. Solo cree en lo que Dios esta haciendo ahora mismo contigo: Recibe liberación y sanidad en el nombre de Jesús, si cree verás tu milagro realizarse en el nombre de Jesús.

Oremos: Padre, gracias por la bella oportunidad que nos brinda para invocar tu Nombre. Padre, Tú escuchaste la petición del leproso así espero que Tus oídos estén atentos para escuchar mis peticiones que con humildad a Ti pido. Padre Eterno, Padre celestial, Jehová Rafá, “Jehová mi Sanador”. Hoy me alineo a Ti creyendo que no hay nada imposible para Ti. Hoy rompo toda palabra negativa y clamo vida sobre mi mente, mi corazón y mi cuerpo. Señor rompo toda maldición de enfermedad en mi vida y en mi familia. Señor si quieres, puedes limpiarme.  Oh SEÑOR, mi Dios, clamé a ti por ayuda, y me devolviste la salud” (Salmos 30:2 Nueva Traducción Viviente (NTV). En el nombre de Jesús recibo sanidad. Amén.

Levántate en busca de tu milagro, créele a Dios, cree en Su Palabra y en Sus promesas. “Deléitate asimismo en Jehová, y Él te concederá las peticiones de tu corazón. Encomienda a Jehová tu camino, y confía en Él; y Él hará” (Salmos 37:4-5 Reina-Valera 1960 (RVR1960).

Escrito: El 18 de noviembre del año 2014
Por B. Flores
Escrito Originalmente para: www.ministeriosdesanidad.org


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