Por BF.
“Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti. Porque he aquí que tinieblas cubrirán la tierra, y oscuridad las naciones; mas sobre ti amanecerá Jehová, y sobre ti será vista su gloria” (Isaías 60:1-2).
Unas de las ordenanzas que nuestro Dios nos manda son a levantarnos, pues Él no nos quiere ver estancados ni mucho menos apagados. La otra ordenanza es que resplandezca porque el hacer estas dos cosas bendiciones vendrán a nuestras vidas de parte de Dios.
El enemigo desea que estemos como cola, arrastrados por el suelo en cambio Dios nos manda a levantarnos, Él quiere que nos movamos hacia arriba y no hacia abajo. El anhelo de Dios es que estemos parados como roca firmes para alumbrar en medio de la oscuridad.
Si tú tienes a Jesucristo en tu corazón y vive como a Él le agrada, no escondas tu luz, levántate y resplandece. Tu luz no puede estar por el suelo, ni mucho menos debajo de una mesa porque “Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos” (Mateo 5:15-16).
Nuestra luz proviene de Cristo, Él es la Luz que alumbra nuestro existir y sin Su Luz andaríamos ciegos y sin dirección. Jesús vino al mundo para ser Luz a la humanidad, Él es mi Luz y mi esperanza, Jesús es mi Luz y mi salvación.
La Luz de Dios me llena de fuerza y no tengo por qué temer, con Su Luz soy más que vencedora. Salmo 27:1 me confirma que Dios es mi Luz y mi salvación. “Jehová es mi luz y mi salvación, ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida, ¿de quién he de atemorizarme?
La Luz de Dios me reviste, librándome del miedo y del temor. La gloria de Dios la vemos desde que nos levantamos y respiramos, desde que abrimos los ojos y vemos un nuevo amanecer cada día. La gloria de Dios la podemos ver cuando recibimos un milagro de Dios.
La gloria de Dios en mi vida es progresiva porque voy de gloria en gloria. “Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos trasformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor” (2 Corintios 3:18).
Es necesario que para ver la gloria de Dios seamos transformados a Su imagen, alejados del pecado que opaca nuestra luz. Alimentemos cada día nuestro espíritu con Su Palabra, pues es por medio de ella y del Espíritu Santo que veremos Su gloria.
¿Quiere ver la gloria de Dios sobre ti?
Para ver la gloria de Dios es necesario dejar las cosas pecaminosas del pasado, y no volver a ellas. Dios conoce el corazón de todo ser humano, de modo que es necesario guardar el corazón y cambiar de esa aptitud de maldad.
Hoy el Señor nos manda a cambiar y volvernos a Él, Él es el Único que puede cambiar, porque para Dios no hay nada imposible. Si hay en tu vida odio, rencor, palabras deshonestas, contienda, juego de mente para desunir, peleas, envidias, doble mente, miedo, temor de hombre, chismes, pensamientos cautivos, maquinaciones satánicas y todo lo que aleja estar en la presencia de Dios, no creo que en esas condiciones podrás ver la gloria de Dios.
El Señor Todopoderoso tiene el poder para cambiar el corazón, Su misericordia es para siempre y Su brazo está todavía extendido para recibirnos. Él es quien borra todos nuestros pecados haciéndonos resplandecer con Su Luz.
Él te dice hoy: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí, son hechas nuevas” (2 Corintios 5:17). También te dice: Levántate, resplandece, porque ha venido tu luz y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti! No te dejaré ni te desampararé.
Bendiciones
Escrito: El 27 de Diciembre del año 2012