Alégrense siempre en el Señor. Insisto: ¡Alégrense! (Filipenses 4:4). Me gozo en el Señor porque en Él puedo ver un nuevo amanecer cada día y de igual forma mi anhelo es que tú también te goce en los milagros y maravillas que el Señor Jesucristo hará en ti.
“Conviene que yo declare las señales y milagros que el Dios altísimo ha hecho conmigo. ¡Cuán grandes son sus señales y cuán potentes sus maravillas! Su reino, reino sempiterno; su señorío, de generación en generación” (Daniel 4:2-3 Reina-Valera 1995).
Cada vez que veo mi cicatriz y de lo que Dios hiso en mi vida solo me queda darle las gracias por Su amor y Su misericordia. Todos tenemos una historia que contar algunas tristes, otras motivadoras y otra que al leerla o escucharlas dejan un gran despertar en las vidas de los demás.
Daniel declara los milagros que Dios hiso en su vida y a la misma vez lo exalta por Sus grandezas y poderío. Hoy voy a declarar algunos de los milagros que Dios ha hecho conmigo para Su gloria y honra, no porque yo lo merezca, sino por Su gracia y por Su misericordia.
Hermanos es necesario que declaremos por medio de testimonios los milagros y las señales que el Dios Altísimo ha hecho y seguirá haciendo en nuestras vidas.
A la edad de diez años, tuve una intervención quirúrgica de emergencia. Cuando me llevaron de emergencia al hospital, dejaron todo los que estaban graves en la sala para atenderme pues mi situación era más crítica.
Cuando el doctor me vio rápido dijo “es una operación de apendicitis aguda perforada.” El tratamiento de la apendicitis aguda es siempre quirúrgico. Debe realizarse tan pronto como sea posible, sobre todo, en la apendicitis aguda perforada o sea la apéndices había explotado dentro de mí.
La perforación del apéndice produjo una peritonitis que es la complicación más severa de la apendicitis. En otra palabras el líquido ya se había propagado por varias partes de mi cuerpo.
Esto hiso que me sometieran a un completo lavado de la cavidad abdominal y un adecuado drenaje, para disminuir y sacar de raíz la posibilidad de absceso residual. Hermanos durante esa gravedad, mi Madre siempre estuvo a mi lado orando y clamando al Dios vivo.
Llegó un día que ya no podía más, el dolor era muy fuerte y ya no tenía fuerzas para continuar y le dije a mi Madre “Mami por favor cánteme alabanzas, aquella que usted siempre canta en la casa, quiero escucharla aquí.” “Necesito escuchar de Dios por medio de las alabanzas.”
Luego mi Madre empezó a cantar y con lágrimas y sollozos alababa a Dios por mi sanidad.
Ella clamó a Dios y Él le respondió con Su poder sanador, ¡Aleluya! Al próximo día, los doctores vieron mejoría en mí y hasta hablaron de fecha para darme de alta después de un mes en el hospital.
Hermanos no me avergüenzo de lo que Dios ha hecho y seguirá haciendo en mi vida. El es todo amor.
Cuán grandes son Sus señales y cuán potentes Sus maravillas! Su reino, reino sempiterno, esto significa que perdura eternamente o durante largo tiempo y se mantiene invariable y constante.
Tu reino durará siempre; con principio, pero sin fin, así eres Tú Oh Dios creador de los cielos y de la tierra. Tu Señorío, es de generación en generación.”
El Señor Jesucristo nunca retarda Su promesa, Él siempre llega a tiempo cuando clamamos a Él. Él te dice en este día que nunca es tarde para realizar un milagro en tu vida. Él solo quiere que tú clame a Él con fe y sin dudar para recibir tu sanidad.
“Clama a mí y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces” (Jeremías 33:3). En la sala de hospital clamé a Dios y Él me sanó para Su gloria y honra. Amén.
“Jehová, Dios mío, a ti clamé y me sanaste” (Salmos 30:2 Reina-Valera 1995).
Padre en este momento me presento ante Ti para darte las gracias por todos los milagros que Tú has hecho y hará en mi vida. Padre gracias por Tu ternura y por Tu cuidado.
Padre Celestial te presento ahora mismo a todas aquellas personas que están leyendo este mensaje poderoso de sanidad. Clamo que por Tus Llagas ellos son sanados. Jehová, Dios mío, a ti clamé y Tú lo sanaste.
Padre, para Tu gloria envío sanidad a todos aquellos que están enfermos físicamente y espiritualmente.
Padre libértalos restáuralos, bendícelos como Tú solo sabe hacer para tu gloria y honra en el Nombre del Padre del Hijo y del Espíritu Santo de Dios. Amén.