Importancia de darle las gracias al Señor por todo y en todas las circunstancias.

Hay una gran bendición cuando le damos las gracias a Dios. Cuando les damos las gracias a Dios no solamente recibimos sanidad, también recibimos liberación y salvación. Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús” (1 Tesalonicenses 5:18 Reina-Valera 1960).

Lo primero que debemos hacer desde que se levanta el sol y desde que se acuesta, es darle las gracias a Dios y ser agradecido por la vida que nos ofrece cada día. A través del agradecimiento afirmamos a Dios como la fuente de nuestro existir y sin su ayuda, no podemos hacer nada. Es necesario entender la importancia de darle las gracias a Dios en todo, pues Él conoce el corazón agradecido. Al Señor Jesucristo le agrada ver cuando les damos las gracias por Su bondad y por Su misericordia especialmente en momentos difíciles de nuestras vidas. Darle las gracias a Dios significa ser agradecidos por un nuevo amanecer que por Su misericordia nos brinda para ver un nuevo día. El Señor conoce los que le dan la gracia a Él.

El anhelo de Dios es que todos tengamos un corazón agradecido. La palabra del Señor nos cuenta la historia de los diez leprosos y cómo el Señor se dio cuenta que dentro de los diez leprosos que había sanado, solo uno se devolvió a darle las gracias:

“Yendo Jesús a Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea. Y al entrar en una aldea, le salieron al encuentro diez hombres leprosos, los cuales se pararon de lejos y alzaron la voz, diciendo: !!Jesús, Maestro, ten misericordia de nosotros! Cuando Él los vio, les dijo: Id, mostraos a los sacerdotes. Y aconteció que mientras iban, fueron limpiados. Entonces uno de ellos, viendo que había sido sanado, volvió, glorificando a Dios a gran voz, y se postró rostro en tierra a sus pies, dándole gracias; y éste era samaritano. Respondiendo Jesús, dijo: ¿No son diez los que fueron limpiados? Y los nueve, ¿dónde están? ¿No hubo quien volviese y diese gloria a Dios sino este extranjero? Y le dijo: Levántate, vete; tu fe te ha salvado” (Lucas 17:11-19).

De los diez leprosos solo uno se devolvió a darle las gracias a Jesús por haberlo sanado. Hay un misterio en este pasaje bíblico, eran diez hombres que estaban enfermos de lepra, enfermedad altamente contagiosa. El número diez es el número de la perfección del hombre, si no tuviéramos diez dedos en las manos y los pies, seriamos imperfectos. El número diez significa la perfección del orden divino, es el número de la ley (los Diez Mandamientos). Representa el día del juicio Divino (las diez vírgenes). También el número diez significa recordar. Es necesario recordar todos los beneficios que Dios ha hecho en nuestras vidas. La diferencia de este pasaje es que de los diez leprosos solo uno se acordó del milagro que hiso el Señor Jesucristo. El otro misterio poderoso fue que el Señor Jesucristo los envió enfermos a los sacerdotes. Y aconteció que mientras iban en el camino, fueron limpiados. Los leprosos fueron obedientes al mandato de Dios y le creyeron por fe.

La clave está en la fe, ninguno cuestionó acerca del poder de sanidad, ellos se fueron creyendo que cuando estén confesando su sanidad a los sacerdotes estarían sanos. Ellos no llegaron enfermos, pues en el camino recibieron sanidad. Solo uno se devolvió a darle las gracias a Jesús. Todavía nos encontramos con personas que no se devuelven a darle las gracias al Señor. Recuerdo cuando una persona me buscó suplicante porque tenía una entrevista de trabajo y quería que orara por ella para que Dios le abra puerta de trabajo. Cuando nos reunimos para orar, yo sabía que Dios iba a concederle la petición pues ella la pidió por medio de la oración. Pasaron unas semanas que no sabía nada de ella pues ya no me llamaba. Un día nos encontramos en una tienda y nos saludamos. Cuando me vio no me habló nada de trabajo, le pregunté cómo le había ido en la entrevista y de manera muy fría me dijo “ya estoy trabajando”. Me entristecí porque ni las gracias le dio a Dios, ya ella había encontrado lo que quería, ya no necesitaba a Dios. Imagínate cómo se sintió el Señor Jesucristo al saber que había sanado a diez leprosos y solo uno de ellos se devolvió agradecido a darle las gracias. Vivamos siempre agradecidos por todas las bendiciones que el Señor nos ofrece cada día pues sus bendiciones son nuevas cada mañana.

Oremos:

Señor te doy gracias por la vida, por mis familias, por mi salvación pues por tu gracia soy salva, por el sacrificio que hiciste por mí en la cruz del calvario. Señor Jesucristo no me canso de darte las gracias por mi salud y por los alimentos que nos provee cada día. Gracias Señor por rescatarme del lodo cenagoso de maldad. Gracias porque las cosas que antes hacía ya no las hago más porque llegaste Tú a mi corazón. Gracias Señor porque cuando andaba sin rumbo y sin dirección, llegaste Tú para darme tu dirección. En tu camino nadie se pierde. Gracias por llenarme de tu sabiduría y de tu amor. Gracias Señor por el privilegio que Tú me ha dado de ser tu hija hermosa en tus manos. Gracias Padre por tu Manto de protección sobre mí y por la victoria que obtengo cada día. ¡Gracias Señor por tu misericordia!

Señor Jesucristo te doy gracias por tu amor y por tu misericordia, dame un corazón agradecido y dispuesto a darte las gracias cada día. Que nunca se nos olvide de donde Tú nos sacaste. Amén.


Pero Dios, que es rico en misericordia, por Su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente con Él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de Su gracia en Su bondad para con nosotros en Cristo Jesús.

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www.ministeriosdesanidad.com


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