Pasemos al Otro Lado Parte 2
Aquel día, cuando llegó la noche, les dijo: –Pasemos al otro lado. Una vez despedida la multitud, se lo llevaron tal como estaba en la barca.
También había otras barcas. Pero se levantó una gran tempestad de viento que echaba las olas en la barca, de tal manera que ya se anegaba.
Él estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal.
Lo despertaron y le dijeron: –¡Maestro!, ¿no tienes cuidado que perecemos? Él, levantándose, reprendió al viento y dijo al mar: –¡Calla, enmudece! Entonces cesó el viento y sobrevino una gran calma.
Y les dijo: –¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe?
Entonces sintieron un gran temor, y se decían el uno al otro: –¿Quién es este, que aun el viento y el mar lo obedecen? (Marcos 4:35-41).
Cuando Jesús se durmió, vino la tormenta y rápido los discípulos asustados corrieron hacia Jesús diciéndole: ¿No tienes cuidado que perecemos? El Señor Jesucristo siempre estuvo al cuidado de Sus discípulos y siempre estuvo al control de la barca.
Su Cuerpo estaba dormido recostado en la popa, pero Su espíritu estuvo siempre despierto conduciendo la barca. No sé cómo se encuentra tu barca hoy, pero si permites que Jesús tome el timón, te aseguro que nunca naufragarás. Aunque vengan los vientos, deposita tu confianza en Jesús; Él no te dejará ni permitirá que te ahogues.
Luego que los discípulos despertaron al Señor, Él se levantó, reprendió al viento y dijo al mar: ¡Calla, enmudece! Y cesó el viento, y se hizo grande bonanza. ¡Aleluya! ¡Cuán grande y poderoso es nuestro Dios, creador del cielo y de la tierra!
Jesús libró de la muerte a Sus discípulos porque los amaba y, sobre todo, porque tenía propósitos para sus vidas. Aun así, los regañó. Dios disciplina a Sus hijos porque los ama y no quiere que ninguno perezca. “Por un breve momento te abandoné, pero te recogeré con grandes misericordias. Con un poco de ira escondí mi rostro de ti por un momento, pero con misericordia eterna tendré compasión de ti, dice Jehová, tu redentor” (Isaías 54:7-8).
Dios los regañó con amor diciéndoles: –¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe? En verdad que los discípulos caminaron con Jesús; su Biblia era Jesús. Fueron testigos de muchos milagros y maravillas ejecutados por el Maestro, y todavía su fe era débil. Jesús lo sabía, porque Él lo sabe todo; por esa razón, los llevó al otro lado de la fe.
El Señor Jesucristo asemeja el miedo con la falta de fe. El caso de los discípulos en medio de la tempestad significa para nosotros depositar nuestra confianza en Su poder cuando nos enfrentamos a desafíos en la vida. El poder de Dios siempre está activo para ayudarnos, como lo hizo con Sus discípulos. Me dirás: “Pero es que no tengo fe”.
Dice la palabra en Mateo 17:20: “Y Él les dijo: Por vuestra poca fe; porque en verdad os digo que si tenéis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: “Pásate de aquí allá”, y se pasará; y nada os será imposible.”
Dios no te está pidiendo una fe grande; Él dice como el grano de la mostaza. Y ¿cómo puedo obtener fe? “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios” (Romanos 10:17). Hermanos, cada vez que escuchas la palabra de Dios, la estudias, meditas en ella y la guardas en tu corazón creyendo que lo que Dios dice es verdad, tu fe aumenta.
Hacer la palabra de Dios viva en nuestras vidas hace que nuestra fe aumente cada día. La palabra de Dios es la que da crecimiento al alma. La palabra de Dios no retorna vacía; se queda en el corazón.
Queridos hermanos, no sé cómo está tu barca. Hoy el Señor quiere tratar contigo personalmente. El Señor Jesucristo quiere navegar contigo y llevarte hacia el otro lado de la fe. El Maestro quiere llevarte a una íntima profundidad, a otro nivel.
Él anhela enseñarte a utilizar Su poder siempre, sobre todo en tiempos de tempestad, por medio de la fe. No hay por qué temer. Si permites que Jesús tome el timón de tu barca, te aseguro que no te arrepentirás. El Señor Jesucristo quiere tomar el timón de tu barca para llevarte al puerto seguro del bienestar.
Él te guiará a arroyos de tranquilas aguas, removiendo todo obstáculo. Él quiere salvarte para que no perezcas; Él te regala la salvación y la vida eterna si tan solo crees por fe. Jesús le dijo: –“Si puedes creer, al que cree todo le es posible” (Marcos 9:23).