“Y cierto hombre de Listra estaba sentado, imposibilitado de los pies, cojo de nacimiento, que jamás había andado. Este oyó hablar a Pablo, el cual, fijando en él sus ojos, y viendo que tenía fe para ser sanado, dijo a gran voz: Levántate derecho sobre tus pies. Y él saltó, y anduvo” (Hechos 14:8-10, RV60).
Cuando el apóstol Pablo realizó este milagro al hombre que padecía de una condición en sus pies desde su nacimiento, acababa de salir de una persecución en Iconio. Las gentes estaban planeando matarlo a pedradas y “habiéndolo sabido, Pablo junto con Bernabé, huyeron a Listra y Derbe, ciudades de Licaonia, y a toda la región circunvecina, y allí predicaban el evangelio. A pesar de la oposición, Pablo continuaba exhortando a los demás hermanos de la fe y “confirmando los ánimos de los discípulos, exhortándoles a que permaneciesen en la fe, y diciéndoles: Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el Reino de Dios” (Hechos 14:22).
Este pasaje bíblico nos alienta a fortalecernos en la fe por más difícil que sean los vientos, porque Dios es quien nos fortalece y nos respalda. También nos brinda el testimonio del hombre de Listra, dice la Palabra de Dios que se encontraba lisiado de nacimiento, él nunca había caminado, y me hace reflexionar acerca de la necesidad que él tenia desde su nacimiento. Lo que más me impresiona es que, para Dios “un día es como mil años, y mil años como un día. El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (2 Pedro 3:8-9).
Dios no retardó Su promesa para aquel hombre. No conocemos el nombre de este hombre, solo sabemos su condición, el lugar donde él vivía; el milagro Creativo de Sanidad que Pablo realizó en el Nombre del Señor; y lo bueno que fue Dios con él. Este hombre nunca había caminado en su vida, pero escuchó la Palabra de Dios, él no solamente la escuchó, pero también, la creyó en su corazón; y las Palabras de Dios cobraron vida en su cuerpo. El apóstol Pablo ungido por medio del poder del Espíritu Santo, vio al hombre lisiado y le dijo: “Levántate derecho sobre tus pies. Y él saltó, y anduvo”. El poder de sanidad que había en Pablo cobró vida sobre el hombre lisiado. El Poder de Dios por medio de Su Palabra lo confirma: “Así será mi Palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié” (Isaías 55:11).
En el Nombre de Jesús, clamo para que la misma autoridad y poder que salió del apóstol Pablo en aquel hombre enfermo, también te sane, te restaure y te devuelva la salud. ¡!!Levántate en el Nombre de Jesús!!! El hombre lisiado desde nacimiento creyó en la Palabra y fue sanado, de igual manera, te animo a que te aferre a la fe como ese hombre hizo. En el nombre de Jesús clamo sanidad sobre tu vida. Dios de la gloria, Padre de misericordia, te pedimos que nos ayude en cada situación y que, en medio de los procesos y situaciones, nuestra fe sea fortalecida y podamos ver tu Rostro. En este día, enfocamos nuestras miradas solamente en Ti oh Dios. Padre en el Nombre de Jesús, depositamos nuestra confianza solamente en ti, sabiendo que Tú todo lo puedes. Gracias Padre Eterno por tu amor, gracia, y misericordia. En el Nombre de Jesús creo por fe que Tú oh Dios me ha sanado, porque clame a Ti y Tú me sanaste. Gracias, padre, gracias, Hijo, y gracias, Espíritu Santo de Dios. Te bendigo Espíritu Santo de Dios y te doy gracias por siempre. Amén.