“Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí. Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber? ¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos? ¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti? Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis” (Mateo 25:35-40) (RVR1960).
Como creyentes tenemos un llamado para ayudar a los necesitados como Dios nos exhorta en Su palabra. Tenemos una encomienda, somos llamados a proporcionarles ayuda a las personas desvalidas, a los sedientos, a los enfermos, a las personas que se encuentran encarceladas en la cárcel y a los hambrientos. Recuerdas que cuando realice este llamado, no te vanaglorie ni tampoco lo divulgues a los cuatros vientos, mas bien, alégrese tu corazón cada vez que haga el bien porque Dios bendice al dador alegre. “Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre” (2 Corintios 9:7) (RVR1960).
Recuerdas que todo lo que tienes es por la misericordia y el favor de Dios, no te olvides de dónde Él te sacó. Si dices que amas al Señor, empieza a demostrarlo con tus talentos y con los bienes que Él te ha dado ayudando al necesitado. Cuando ayudas a los demás, el Señor toma en cuenta tus buenas obras, ellas no salvan, pero a Dios les agradan. Recuerdas que “el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él? 1 Juan 3:17) (RVR1960).
“No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos” (Gálatas 6:9) (RVR1960).
por Bv. Flores
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