“Procurad la paz de la ciudad a la cual os hice transportar, y rogad por ella al Señor; porque en su paz tendréis vosotros paz” (Jeremías 29:7).
Estamos viviendo en tiempos sumamente peligrosos, el patrón que se desenvaina cada día es para pensar. No es para extrañarse cuando pasa una desgracia sea en las escuelas, problemas internos de los pueblos y el grito con los homicidios producidos por las drogas. Cabe mencionar también, la emigración masiva de niños inocentes nunca visto en tan gran cantidad, la pobreza, el desempleo, la política mal administrada por los lideres, los virus y plagas desatadas en los aires, la persecución de los cristianos y las guerras entre otros.
El Señor nos manda a “orad sin cesar” 1 Tesalonicenses 5:16-18 Reina-Valera 1960 (RVR1960). A la verdad cuando vemos todo lo que está aconteciendo, nuestros pensamientos se vuelven hacia tribulación, el temor y la ansiedad ocasionando una tremenda preocupación. El apóstol Pablo en su carta a los Filipenses nos enseña a perseverar en la oración de manera que nuestros pensamientos y nuestras miradas no estén fijos en los problemas sino en la oración.
Si nos mantenemos fiel al Señor nuestro Dios, Él por Su misericordia será fiel a nosotros, por consiguiente, no debemos de andar preocupados ni afanosos. “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias” (Filipenses 4:6 Reina-Valera 1960).
No desista o abandone la comunión con Dios acerca de los problemas pues Él escucha tus oraciones especialmente cuando las adoraciones vienen con acción de gracia. Con acción de gracia significa ser agradecido de todas las bendiciones que Dios por Su misericordia nos ha extendido. El amor y el interés de Dios para responder nuestras peticiones cuando clamamos a Él deben ciertamente de animarnos a orar y nunca darnos por vencidos. “También les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar” (Lucas 18:1).
El apóstol Pablo por medio del Espíritu Santo nos enseñó a “Perseverad en la oración, velando en ella con acción de gracias” (Colosenses 4:2). Pablo exhortó a los efesios a orar en todo tiempo con oración y súplica en el Espíritu. El apóstol reconoció que la oración es un arma poderosa para utilizarla en la lucha de batallas espirituales. “Orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos” (Efesios 6:18).
Es cierto que como seres humanos nos preocupamos por las situaciones que pasan a nuestro alrededor pero también es cierto que si depositamos nuestra confianza en el Señor Jesucristo, Él es fiel para guardar a Su pueblo y librarlo del peligro. Debemos interceder perseverantemente por nuestra ciudad para que Dios la bendiga. Clamo por mi ciudad para que la Paz de Dios se derrame desde Su Trono Celestial con poder y gloria en el nombre de Jesús.
Para el creyente, las situaciones peligrosas que estamos viendo en estos tiempos, no es una sorpresa pues sabemos que todo esto tiene que pasar pero no es el fin solamente son principios de dolores. “Mas cuando oigáis de guerras y de rumores de guerras, no os turbéis, porque es necesario que suceda así; pero aún no es el fin. Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá terremotos en muchos lugares, y habrá hambres y alborotos; principios de dolores son estos. Pero mirad por vosotros mismos; porque os entregarán a los concilios, y en las sinagogas os azotarán; y delante de gobernadores y de reyes os llevarán por causa de mí, para testimonio a ellos” (Marcos 13:7-9 Reina-Valera 1960).
Padre mío y Dios mío, mi Dios en quien confía mi alma. Hoy te doy gracias por tu amor y por el cuidado que Tú depositas en Tus hijos. Ayúdanos a caminar siempre dirigidos por Ti oh Dios de mi salvación. Reconozco que te he fallado, perdóname y enséñame a depender de Ti. Guíame por el camino que debo andar porque sé que bajo Tu dirección, nunca andaré perdido. Enséñame a depender de ti por medio de la oración que a Ti clamo. Jehová de los Ejércitos, Tú eres mi Capitán, dirige mi barca. Quita toda piedra de tropiezo y líbranos del mal. Padre Celestial Creador de los cielos y de la tierra, limpia los aires de mi cuidad, derrama lluvias de bendiciones y sana mi tierra. Ten misericordia de nosotros y enséñanos a perseverar cada día en oración y ruegos, Amén.
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