por B. Flores

Orar sin cesar.jpg“Orad sin cesar” (1 Tesalonicenses 5:17).

        Sin la oración estaríamos espiritualmente vacíos y sedientos. La oración nos reviste de la gloria de Dios y hace que andemos en victoria. Cuando oramos no hay lugar para el miedo, pues Dios está al control de nuestras situaciones. Cuando entremos en la presencia de Dios por medio de la oración es necesario entrar con acción de gracias en alabanzas y adoración.

      “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias” Una vez que sacamos tiempos al Señor, ya no somos iguales, nos sentimos con la paz de Dios, transformados y sin ningún peso que nos aflija. Su paz nos cambia, nos fortalece y nos hace pensar positivamente. “Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús” (Filipenses 4:6).

       Orar sin cesar significa permanecer constantemente en la presencia del Señor en oración y en alabanzas. Esto no significa que nos vamos a encerrar en un aposento y estar encerrado todo el día orando, orar sin cesar significa estar en una plena comunión con Dios aun en la cocina preparando los alimentos, en el carro cuando vas al supermercado y en todo lugar donde vayas. Orar sin cesar significa tener una conexión con el Señor las veinte cuatro horas al día. Si nos desconectamos del Señor nuestro Dios, lamentablemente perdemos Su comunión y Su unción.

       Es necesario permanecer en Él por medio de la oración. Si la rama se desprende del árbol, se seca y se muere. Cuando no oramos y nos desconectamos de Dios y de Su palabra espiritualmente estaríamos muertos. Jesús es la Fuente de Agua Viva, todo el que la bebe recibe abundante vida. Él es la vid y nosotros somos Sus ramas por lo tanto si permanece conectado en Él por medio de la oración, “Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto en su tiempo, y su hoja no cae; todo lo que hace, prosperará” (Salmos 1:3 Reina-Valera 1960).

        Este año que acaba de empezar, ha sido declarado para mi vida personar y para el ministerio como Año de la oración. Muchos ya han planeado su resolución para este Nuevo Año, mi resolución es sacar tiempo para Dios en ayuno y en oración, esos son mis deseos y sé que los voy a lograr en el nombre de Jesús y por el poder del Espíritu Santo que mora en mí. Mi anhelo es que sea el tuyo también. Desconectarme del teléfono, de la computadora y de otras cosas que roba mi comunión con el Señor es mi deseo. “Dios, Dios mío eres Tú; de madrugada te buscaré; mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela, en tierra seca y árida donde no hay aguas, para ver tu poder y tu gloria, así como te he mirado en el santuario” (Salmos 63:1-3).

        Por medio de la oración, obtenemos el perdón de Dios y recibimos sanidad. Orar sin cesar, es tener una relación íntima con Dios, es conocerlo más porque estamos conectados con Él. Si dejas que Jesús entre a tu corazón, Él morará en ti y llevarás muchos frutos. “Permaneced en mí, y Yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí” (Juan. 15:4).

“Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho” (Santiago 5:16).

Escrito el 3 de Enero de 2014


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