Los habitantes del Norte de California están pasando por una situación muy peligrosa con los fuegos forestales debido a los fuertes vientos huracanados que están azotando la región. Cuando los vientos se aplacan, el fuego cesa, mas cuando arrecia los vientos resurge el fuego poniendo en peligro a miles de familias. En la historia de California, nunca se había reportado tanto fuego a la misma vez en distintos sectores adyacentes.
Para que el fuego cobre fuerza, necesita el aire. En la vida del creyente, nosotros necesitamos meternos en la Palabra de Dios para que Su fuego nos levante. En este ejemplo, el aire viene siendo la Palabra de Dios. Un cristiano no debe de andar apagado, necesita la Palabra de Dios para avivar el fuego mediante el poder de la Palabra y de Su Santo Espíritu.
El apóstol Pablo encarecidamente aconsejó a Timoteo para que avive el fuego de Dios en su corazón. Diciendo: “Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos. Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio. Por tanto, no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor, ni de mí, preso suyo, sino participa de las aflicciones por el evangelio según el poder de Dios, quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos”.
2 Timoteo 1:6-9 (1960 (RVR1960)
Al momento que le entregamos nuestras vidas a Dios, Él pone Su fuego dentro de nosotros por medio de Su Palabra. Los ingredientes principales para que el fuego de Dios permanezca en nosotros es por medio de la oración, las alabanzas y la Palabra de Dios. Eso es lo que mantiene el fuego de Dios en nuestras vidas.
Como creyentes, debemos firmemente avivar el fuego que hay en nosotros debido a que corremos el riesgo de que el fuego pueda menguar o apagar.
¿Cómo vamos avivar el fuego de Dios en nuestras vidas?
1. Arrepentirnos
2. Volver a la Presencia de Dios
3. Leer la Palabra, confiar y descansar en Dios.
4. Cantar alabanzas en espíritu y verdad y andar en el temor de Dios.
5. Congregarnos con los hermanos.
6. Vivir una vida agradable a Dios.
7. No cansarnos de orar y hacer el bien.
Avivemos el fuego pues no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.
www.ministeriosdesanidad.org