La Palabra de Dios nos dice en proverbios 18:21 que, “la vida y la muerte están en poder de la lengua, y el que la ama comerá de su fruto”.

De acuerdo con el versículo, la Palabra de Dios nos dice que, todo lo que tú habla tiene el poder de vida o muerte. En otras palabras, tenemos el poder para bendecir o maldecir. La lengua es peligrosa y el que la ama negativamente comerá de su fruto. Dios está a favor de aquellos que son de bendición, aquellos que con sus palabras animan a los demás. Aprendamos a hablar con sabiduría y ser de bendición no solamente con nosotros mismos sino también con nuestros hijos, en el hogar con el esposo o esposa, con la familias, vecinos y comunidad. Al hablar tenemos que pensar primero lo que vamos a comunicar, no es de sabio hablar lo primero que se nos llegue a la mente.

Cuando hablamos lo primero que viene a la mente, podemos cometer errores y ofender a los demás. Recuerdas que con tus palabras tienes el poder para traer bendición como también maldición a tu vida dependiendo lo que declaras cada día. Existen personas que cuando les pregunta ¿Cómo estás? Si las personas inmediatamente te responden “estoy enfermo”, enfermo va a estar porque lo declaró con su boca. “soy pobre”, pobre va a estar porque lo declaró con su boca. “Mi hijo es un vago y flojo y no va a servir para nada”, para nada va a servir porque lo declaraste con tu boca. “No voy a llegar a ningún lado”, a ningún lado vas a llegar porque lo declaraste con la boca. Y este concepto aplica para todas cosas negativas que declaramos con la boca.

Vivimos en tiempos críticos donde muchas gentes se les importa agarrar su teléfono o computadora para ofender con sus lenguas o escribirles palabras negativas de odio y de maldad. Son personas que no tienen a Dios y cargan con mucho veneno y amargura. Aun así, Dios todavía está tocándoles las puertas para que se arrepientan.
Declaremos palabras de bendición a nuestros hijos, matrimonio, hogar, familias, amigos y a nuestra ciudad. Que antes de escribir o hablarle a alguien, pensemos dos veces si el comentario es negativo o positivo. Escojamos escoger lo positivo porque eso le agrada a Dios.

Tenemos que aprender a confesar y declarar a nuestras vidas y a las vidas de nuestras familias bendiciones para que estas fluyan como ríos de agua viva. Pedirle a Dios que nos de sabiduría para saber cómo hablar a tiempo y fuera de tiempo y que nuestras palabras sean “siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada uno” (Colosenses 4:6 (RVR1960). Efesios 4:29 nos habla muy bien acerca de guardar la boca de toda palabra ofensiva y que no edifican diciéndonos: Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes.
La gran pregunta para todos: Jehová, ¿Quién habitará en tu Tabernáculo? ¿Quién morará en tu Monte Santo?
El que anda en integridad y hace justicia, y habla verdad en su corazón. El que no calumnia con su lengua, ni hace mal a su prójimo, ni admite reproche alguno contra su vecino. Aquel a cuyos ojos el vil es menospreciado, pero honra a los que temen a Jehová. El que aun jurando en daño suyo, no por eso cambia; quien su dinero no dio a usura, ni contra el inocente admitió cohecho. El que hace estas cosas, no resbalará jamás. Salmos 15 (RVR1960)

Oremos:
Señor Jesús, ayúdanos a vivir de tal forma que vivamos para animar y edificar. Te pido oh Dios que nos ayude a que nuestras palabras sean de edificación y no de condenación. Que las palabras y comentarios sean positivos y no destructivos. Señor, necesito de Ti cada día y en cada situación de mi vida. Ayúdame a saber cómo pensar antes de hablar y que mis palabras sean de edificación, a fin de dar gracia a los oyentes. Amén

Mensaje Cristiano
Escrito por Bv. Flores
www.ministeriosdesanidad.org

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