“Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los santos” (Apocalipsis 19:8 Reina-Valera 1960). El versículo empieza de esta manera: “Y a Ella se le ha concedido que se vista de lino fino”. El lino fino se refiere a la iglesia, la iglesia, somos nosotros y para comparecer antes el Padre Celestial es necesario estar preparados y vestidos con vestiduras limpias y resplandecientes, sin manchas y sin arrugas. Que nuestros vestidos se presenten inmaculados delante de la Presencia de Dios a tiempo y fuera de tiempo. Cuando leemos la Palabra de Dios y nos trasladamos al libro de Ester, podemos notar que la reina Ester en el capítulo dos en adelante, habla de la extraordinaria manera en que Dios la escogió para presentarse al rey de Israel. Esto representa un tipo de preparación para nosotros presentarnos al Rey de reyes y Señor de Señores.
Dice la palabra de Dios que Ester tuvo que pasar por procesos de purificación durante doce meses para ver al rey Asuero. Este proceso de purificación conllevó doce meses con óleo de mirra y perfumes aromáticos (Ester 2:12). Para la iglesia, esto representa una limpieza espiritual, es necesario limpiarnos de la vieja naturaleza para luego sumergirnos en el Río del Espíritu Santo de Dios. El Río de agua viva tipifica la representación del poder del Espíritu Santo en la vida de los creyentes que creen en espíritu y en verdad. La palabra de Dios nos dice en Juan 7:38 “De aquel que cree en Mí, como dice la Escritura, brotarán Ríos de agua viva”, en otras palabras, cuando somos lavados y sumergidos por el poder de Dios cobramos vida y vida en abundancia. El Río de Dios nos limpia, nos restaura, nos liberta, nos sana, nos limpia de todas las inmundicia pasadas y nos hace nuevos y limpios. Del Río de Dios sale agua viva y saludable para cada uno de nosotros en la cual refresca el alma, nos da vida en abundancia, nos quita la sed, nos brinda gozo, paz y salvación. ¡Sumérgenos Señor en tu Río cada día!
Ezequiel 47:9 nos habla acerca del Río de Dios y nos dice: “Por donde corra este Río, todo ser viviente que en Él se mueva vivirá. Habrá peces en abundancia porque el agua de este Río transformará el agua salada en agua dulce, y todo lo que se mueva en sus aguas vivirá”. Señor Jesús, sumérgenos cada día en Tu Río para ser aprobado por ti.
Pero el que beba del agua que Yo le daré, no volverá a tener sed jamás, sino que dentro de él esa agua se convertirá en un manantial del que brotará vida eterna (Juan 4:14, NVI). Dios quiere tratar con nosotros y hacer cambios en nuestro modo de vivir, está de nuestra parte si nos disponemos a cambiar y a obedecer Su llamado. La Única Persona que tiene el poder para transformarnos y cambiarnos es por medio del Espíritu Santo. Mantengámonos firmes y sin manchas, que nuestras vestiduras Dios la vea y la encuentre aprobada. No podemos descuidarnos en la fe, es necesarios estar apercibidos cada día para cuando el Señor llegue nos encuentre limpios y llevando frutos agradable.
“Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando Él se manifieste, seremos semejantes a Él, porque le veremos tal como Él es” (1 Juan 3:2Reina-Valera 1960 (RVR1960).
Escrito el 6 de Octubre del año 2014
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