¿Alguna vez en su vida usted ha tenido una necesidad y desesperadamente va en busca de alguien para que le resuelva la necesidad? Va de aquí para allá y de allá para acá y no encuentra a nadie que te resuelva el problema. En medio del proceso, te sientes que las puertas se cierran y no hay camino que recorrer.

En las Escrituras encontramos muchas respuestas a todos nuestros problemas. Dios es la respuesta a todas nuestras necesidades cuando confiamos y creemos por fe. Dios es el mismo de ayer, hoy y para siempre, Él todavía está haciendo milagros poderosos. Cuando leemos la historia de la mujer del flujo de sangre y la historia de la hija de Jairo podemos percibir que el Señor Jesucristo se afrontó a una enfermedad incurable y al padre de una niña de doce años que estaba agonizando. Estos dos casos guardan muchas relaciones debido a que tanto la mujer y la niña se encontraban enfermas. Todos sabemos que la mujer del flujo de sangre duró enferma por doce años en cambio, no sabemos cuántos años la niña estaba enferma. La relación que las une a ambas: La mujer de doce años fue en busca de Jesús para recibir un milagro. Jairo el padre de la niña que tenía doce años, también fue en busca de Jesús para recibir un milagro de sanidad. Marcos 5:25-34 (RVR1960) (Marcos 5:21-43 (RVR1960).

En ocasiones nosotros los seres humanos nos hemos encontrado en situaciones que es necesario andar rápido para poder resolver la emergencia que se ha presentado. Dice la Palabra de Dios en Marcos 5:21-43 que Jesús estaba pasando en una barca y a la orilla se le acercó una gran multitud. “Y vino uno de los principales de la sinagoga, llamado Jairo; y luego que le vio, se postró a Sus pies, y le rogaba mucho, diciendo: Mi hija está agonizando; ven y pon las manos sobre ella para que sea salva, y vivirá” (Ver. 22-23). El Señor fue conmovido ante la necesidad de Jairo de tal manera que “Fue, pues, con él; y le seguía una gran multitud, y le apretaban”.
Me puedo imaginar a Jairo caminando de prisa ante su penosa necesidad y a la misma vez confiado para ver el milagro que Jesús iba a realizar en su hija. Todo marchaba bien en el camino, las luces estaban verdes y nadie podía detenerlo ante su emergencia. Camino a la casa de Jairo, de repente hubo una luz roja que detuvo a Jesús y a todos los que andaban con Él.

La mujer del flujo de sangre se atrevió a tocar el borde del Manto de Jesús. ¿Cómo se sintió Jairo ante ese acontecimiento? Cada minuto y cada segundo dependía de la vida de su hija. ¿Cómo estaba la mente y el corazón de Jairo en esos momentos? ¿Alguna vez usted ha pasado por una situación donde tiene que llegar temprano a una entrevista de trabajo o a una reunión muy importante y durante el camino cierran la carretera porque está pasando el tren con doscientos vagones? La desesperación empieza a fluir de tal manera que la impaciencia toma lugar en esos momentos. Así mismo se sentía Jairo. Aun en medio de un cuadro de enfermedad y muerte, Jesús confortaba a Jairo diciéndole: “No temas, cree solamente” (Ver. 36).

El Señor es movido por fe, Él vio a dos personas dispuestas a creer y dispuestas a recibir un milagro de parte de Dios. Dios se detuvo a socorrer a esta mujer como también se detuvo ante la necesidad de Jairo. Dice la Palabra de Dios que la mujer del flujo de sangre “había sufrido mucho de muchos médicos, y gastado todo lo que tenía, y nada había aprovechado, antes le iba peor, cuando oyó hablar de Jesús, vino por detrás entre la multitud, y tocó Su Manto. Porque decía: Si tocare tan solamente su Manto, seré salva. Cuando tocamos el Manto de Jesús con fe suceden cosas maravillosas, hay sanidad y liberación. El toque de la mujer hacia Jesús provocó la atención del Maestro de tal manera que dijo: ¿Quién me tocó? Sus discípulos le dijeron: Ves que la multitud te aprieta, y dices: ¿Quién me ha tocado?

La Palabra testifica que hubo una gran multitud que tocaban y apretaban a Jesús. El problema es que existen muchas personas que tocan a Jesús y no reciben nada porque no lo tocaron con fe. Solo una persona recibió sanidad en medio de una gran multitud. La mujer del flujo de sangre decidió a tocar el borde del Manto de Jesús y recibió sanidad porque creyó en Él por medio de la fe.
¿Estás dispuesto a tocar el borde de Jesús?

Padre Eteno, en estos momentos me presento anti Ti con un corazón contrito y humillado. Tu Palabra dice que a un corazón contrito y humillado Tú no lo despreciará jamás. Gracias porque Tú no me ha despreciado. Señor, mira mis necesidades. Señor Si tocare tan solamente Tu Manto, seré sanado. Padre mío y Dios mío, hoy toco tu Manto. Gracias por sanarme. Amén.

No temas, cree solamente.

Escrito por: BV. Flores
www.ministeriosdesanidad.org

 


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1 COMMENT

  1. Amado Padre Celestial tu eres grande gracias por la libertad de mi hijo Wladimir muchas gracias por estar siempre a mi lado y permitirme tocar tu manto tantas veces que sea posible por sólo tu das la libertad y salvación. Amén y amén

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