Salmo 150
Existen muchas expectativas viviendo una vida militar, en lo que se refiere recibir nuevas órdenes, que significa el lapso de tiempo viviendo en un lugar y preparándose para vivir en otro. En ese constante mover, unas de las preguntas que vienen a la mente son ¿Cómo será ese nuevo lugar? ¿Cómo serán las gentes? ¿Cómo será mi nueva casa? ¿Cómo será la escuela de los niños? ¿Cómo serán mis vecinos? ¿Cómo serán mis nuevas amistades y mis compañeros de trabajo? Dentro de todas estas preguntas he llegado a la conclusión que unas de las más difíciles es ¿Cómo será mi nueva iglesia? Mi familia y yo siempre oramos al Espíritu Santo para que nos dirija a los lugares donde vamos a vivir, que sea Él dirigiendo nuestros pasos.
Dios siempre contesta nuestras peticiones llevándonos a la iglesia que Él quiere que estemos y seamos de instrumentos para Su gloria. Pero no siempre ha sido así, otra veces, el Señor permite que visitemos diferentes iglesias para ver cuál en realidad es la iglesia para nosotros. He tenido la oportunidad de visitar muchas iglesias y en realidad, hay muchas iglesias llenas de vida, en cambio, hay muchas apagadas en cuanto al mensaje, la congregación y las alabanzas. Cabe destacar que, existen personas más movidas a las expresiones de exaltación a Dios que otras. En las alabanzas, vamos a ver personas que no se atreven a mover sus manos para alabar a Dios.
La Escritura nos habla acerca del rey David que a pesar de sus pecados, lo describe como un hombre conforme al corazón de Dios. Los Salmos registran la devoción que David rendía a Dios, él supo humillarse ante Dios y vivir una vida de alabanza y adoración. Cuando David no sentía adorar a Dios, le daba orden a su alma que lo hiciera “Bendice, alma mía, a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios” (Salmos 103:2) (RVR1960). David nunca olvidó de dónde el Señor lo había sacado y por agradecimiento, se dedicó a vivir una vida de alabanza a Dios. “Porque tu misericordia es mejor que la vida, mis labios te alabarán, así te bendeciré en mi vida; en tu Nombre alzaré mis manos” (Salmos 63:3-5) (RVR1960).
El rey David nos brinda en el Salmos 150 una enseñanza de alabanza a Dios y cómo debemos de adorarlo. El Señor es digno de alabanza. No permitas bajo ninguna condición que el temor te imposibilite alabar al Señor nuestro Dios. Aunque te vean fanático o diferente, dale a Dios tus alabanzas, porque Él es digno de toda alabanza por siempre. David por medio del Espíritu Santo nos dice: TODO LO QUE RESPIRA ALABE A JEHOVÁ.
David nunca se avergonzó de danzar y adorar a Dios, él “danzaba con toda su fuerza delante de Jehová”. No te sorprendas que van a existir personas que te van a mirar raro debido a la manera que alabas al Señor, no les hagas caso. El mismo rey David pasó lo mismo con su esposa Mical la hija de Saúl. Ella “vio al rey David que saltaba y danzaba delante de Jehová; y le menospreció en su corazón” (Samuel 6:14-17) (RVR1960). David no le hizo caso y continuó agradando a Dios y no a ella. Si nos llevamos por lo que piensan los demás perdemos la bendición. No importa lo que digan los demás, preocúpate por saber lo que Dios opina de ti, la opinión de Dios es la que vale. Cuando alabes a Dios, alábalo de corazón porque Él se merece todas nuestras alabanzas. El agradecimiento de David hacia Dios, lo convirtió en un adorador. Hay promesas y una gran bendición cuando adoras a Dios de corazón, por tanto, así dice el Señor: “Adora al Señor tu Dios, y Él bendecirá tu pan y tu agua. “Yo apartaré de ustedes toda enfermedad. “En tu país ninguna mujer abortará ni será estéril. ¡Yo te concederé larga vida! (Éxodo 23:25-26) (NVI).
“Porque Grande es Jehová, y digno de suprema alabanza; terrible sobre todos los dioses” (Salmos 96:4).
El Señor es digno de alabanza. Padre Eterno, “Te exaltaré, mi Dios, mi Rey, y bendeciré tu Nombre eternamente y para siempre. Cada día te bendeciré, y alabaré tu Nombre eternamente y para siempre” (Salmos 45).
Que no pare la alabanza en tu corazón, “Alabad a Dios en Su Santuario; alabadle en la Magnificencia de Su Firmamento. Alabadle por Sus Proezas; alabadle conforme a la Muchedumbre de Su Grandeza. Alabadle a son de bocina; alabadle con salterio y arpa. Alabadle con pandero y danza; alabadle con cuerdas y flautas. Alabadle con címbalos resonantes; alabadle con címbalos de júbilo. Todo lo que respira alabe a JAH” (Salmos 150).
Al Señor le agrada cuando le alabamos de todo corazón. ¡Si respiras, alaba a Dios, porque Él Vive y es Digno de tus alabanzas!
En el amor de Cristo,