Y el ángel le dijo: “Y he aquí tu parienta Elisabet, ella también ha concebido hijo en su vejez; y este es el sexto mes para ella, la que llamaban estéril; porque nada hay imposible para Dios” (Lucas 1:36-38 (RVR1960).
La Palabra de Dios nos dice que después que el ángel visitó a María para darle la Buena Nuevas, ella fue de prisa a la montaña, a una ciudad de Judá; para ver a su parienta Elisabet quien llevaba seis meses de embarazo. Cuando el bebé escuchó la voz de María, él comenzó a saltar en el vientre de su madre Elisabet y ella fue llena del Espíritu Santo” (Lucas 1:41),
Entonces, Elisabet “… exclamó a gran voz, y dijo: Bendita tú entre las mujeres, y bendito el Fruto de tu vientre. ¿Por qué se me concede esto a mí, que la madre de mi Señor venga a mí? Porque tan pronto como llegó la voz de tu salutación a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Y bienaventurada la que creyó, porque se cumplirá lo que le fue dicho de parte del Señor” (Lucas 1:42- 45 (RVR1960).
Entonces María dijo: Engrandece mi alma al Señor; y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador. Porque ha mirado la bajeza de su sierva; pues he aquí, desde ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones. Porque me ha hecho grandes cosas el Poderoso; Santo es su nombre, y su misericordia es de generación en generación a los que le temen. Hizo proezas con su brazo; esparció a los soberbios en el pensamiento de sus corazones. Quitó de los tronos a los poderosos, y exaltó a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes, y a los ricos envió vacíos. Socorrió a Israel su siervo, acordándose de la misericordia de la cual habló a nuestros padres, para con Abraham y su descendencia para siempre” (Lucas 1:46-55 (RVR1960)
Palabra de Dios.
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