Aun cuando David se encontraba en el desierto, el Señor le daba fuerza para adorar y cantar salmos a Su nombre. Todos hemos pasado por un desierto pero es necesario que entiendas que el Señor siempre ha sido nuestro socorro en tiempo de dificultad, y Su diestra es la que nos ha sostenido para continuar la carrera. Hay personas que durante su desierto, cuelgan los guantes y se quedan con los brazos cruzados y no hacen nada para sobrevivir.
David se encontraba en una necesidad grande donde tenía sed de Dios, su anhelo por restaurar su alma lo condujo a que sus labios se llenaran de alabanza y clamando al Señor dijo:
¡Dios, Dios mío eres tú! ¡De madrugada te buscaré! Mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela en tierra seca y árida donde no hay aguas, para ver tu poder y tu gloria, así como te he mirado en el santuario. Porque mejor es tu misericordia que la vida, mis labios te alabarán.
Así te bendeciré en mi vida; en tu nombre alzaré mis manos. Como de médula y de grosura será saciada mi alma, y con labios de júbilo te alabará mi boca, cuando me acuerde de ti en mi lecho, cuando medite en ti en las vigilias de la noche, porque has sido mi socorro y así en la sombra de tus alas me regocijaré. Está mi alma apegada a ti; tu diestra me ha sostenido. (Salmos 63:8)
A medida que leemos el salmo, podemos notar que lo que empezó con una necesidad, este se convirtió en una alabanza de victoria y de acción de gracia. El salmista, se encontraba en una necesidad grande donde solamente Dios tenía el poder de sostenerlo.
David se refugió en los brazos de Dios porque solo no podía caminar. Así como David, nos hemos encontrado en el desierto, cansados y sin fuerzas, donde el enemigo luce que está ganando. Es tiempo de creerle a Dios y decirle al enemigo que es un derrotado.
Como creyentes, es importante reconocer las tácticas de Satanás cuidadosamente, él se mete sin ser invitado para destruir con sus mentiras. David sabia cómo luchar contra las asechanzas del enemigo, por esa razón lo vencía por medio de un corazón arrepentido y por medio de las alabanzas a Dios en el nombre de Jesús.
Es muy importante reconocer que no es con nuestras fuerzas que vamos a pelear, sino con las fuerzas del Espíritu Santo de Dios. El Señor sabe que solos no podemos hacerle frente a las artimañas del adversario. Pidámosle a Dios que nos revista siempre de sus armas para saber cómo pelear a tiempo y fuera de tiempo.
Pidámosle a Dios que nos guarde siempre bajo la sombra de Sus alas pues no estamos solos, Dios pelea por nosotros. En la sombra de sus alas, Él nos guarda como la gallina guarda a sus polluelos en tiempos peligrosos. Guárdame como a la niña de tus ojos; escóndeme bajo la sombra de tus alas, de la vista de los malos que me oprimen, de mis enemigos que buscan mi vida. Salmos 17:8 -9
La adoración en espíritu y en verdad, es la que nos hace acercarnos más a Dios y Su diestra es la que nos brinda la victoria. La adoración sincera y con fervor tapa la boca al enemigo completamente.
Los que para destrucción buscaron mi alma caerán en los sitios bajos de la tierra. Los destruirán a filo de espada; Serán porción de los chacales. Pero el rey se alegrará en Dios; Será alabado cualquiera que jura por él; Porque la boca de los que hablan mentira será cerrada. Salmos 63:9-11
Gracias Señor porque tus Diestra nunca me ha dejado y siempre me ha sostenido. Crea en mí un espíritu de adoración para adorarte todos los días de mi vida.
Bendiciones
Escrito el 7 de Marzo de 2012
Escrito para www.ministeriosdesanidad.org