De pronto Jesús, reconociendo dentro de sí que había salido poder de él, volviéndose a la multitud dijo: — ¿Quién me ha tocado el manto? Sus discípulos le dijeron: —Ves la multitud que te apretuja, y preguntas: “¿Quién me tocó?” Él miraba alrededor para ver a la que había hecho esto. Entonces la mujer, temiendo y temblando, sabiendo lo que en ella había sido hecho, fue y se postró delante de él, y le dijo toda la verdad. Él le dijo: —Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz y queda sanada de tu azote.
La palabra atreverse significa determinarse a hacer o decir algo que implica un riesgo. La mujer del flujo de sangre se atrevió a tocar el manto del Señor Jesús, esta Azaña de valor lo hizo con determinación para obtener su objetivo. Su fe atrevida, hizo que ella sobrepasara los obstáculos de su debilidad para enfrentarse a aquella gran multitud y llegar a Jesús. Cuando ella decidió buscar a Jesús, creyó con una fe grande, su determinación no la hizo dudar, pues no lo tocó para ver si sucedía algo. Ella practicó con su boca y corazón lo que iba a decirle a Jesús. “Si tocare tan solamente su manto, seré sana y enseguida la fuente de su sangre se secó; y sintió en el cuerpo que fue sanada. El maestro, al sentir que poder se desprendió de Él, preguntó a sus discípulos “¿Quien me ha tocado?” Los discípulos le contestaron “Ves la multitud que te apretuja, te toca, y
preguntas “¿Quién me tocó?”
Me llama la atención el intercambio de preguntas que Jesús tuvo con sus discípulos. Hay una enseñanza en esta historia para ellos y para nosotros: Todos tocaron a Jesús; pero no todos lo tocaron con fe. Presta atención a esto; El poder de Jesús se mueve a través de la fe; Jesús es movido por fe. Él sabe cuándo un ser humano lo toca. Él conoce cuándo un ser humano lo busca desesperadamente por fe. Estamos viviendo en los día donde Dios está buscando hombres y mujeres con una fe arrebatadora, una fe sin miedo al qué dirán. Esta fe hace que el creyente camine en victoria.
Para ver un milagro de Dios en nuestras vidas debemos ir al Padre y tocarlo con fe. No importa que apretuje a Jesús, que brinque y patalee en la iglesia, pero si no lo hace con fe de nada sirve, porque sin fe es imposible agradar a Dios (Hebreo 11:6). En medio de esa gran muchedumbre de personas, no entiendo cómo esta mujer logró escurrirse para tocar el manto del Maestro. Ella se encontraba en una emergencia, era algo de vida o muerte. La mujer se daba cuenta que se le escapaba la vida con aquella enfermedad de flujo de sangre. Su decisión de buscar a Jesús, hizo que su fe se convirtiera en una fe agresiva y determinante. Ella puso atrás el qué dirán de las gentes; ella corrió por su vida para recibir un milagro de Dios.
La multitud no fue una barrera para esta mujer; ella prosiguió con su plan de recibir sanidad a como dé lugar, su fe hizo que las montañas del miedo y la multitud de las gentes fueran derribadas. La condición de una mujer con un flujo de sangre por doce años es una condición muy anémica, esta enfermedad afecta el corazón y otros órganos vitales. ¿Cómo ella logró llegar a recobrar tanta fuerza para sobrepasar los obstáculos? Simplemente, ella puso en acción su fe, aunque ya los médicos la habían desahuciado; ella puso su fe y esperanza en Jesús y decidió buscarlo. Cuando ella lo tocó, Dios la sanó y fue liberada de su mal. Cristo Jesús llevó nuestros pecados pero también nuestras enfermedades y traumas hasta la cruz. Y allí nos hizo libres. El miedo paraliza, y estanca al ser humano a no hacer nada; pero cuando éste desaparece, somos capaces de movernos, capaces de realizar proezas por medio de la fe. Ya la mujer del flujo de sangre no le tenía miedo al rechazo de los demás, no había en ella raíces de amarguras hacia la gran multitud que la despreciaba. Cuando un creyente es libre, también su interior es libre porque perdonó.
La falta de perdón suele hacer que se alojen en nuestro interior raíces amargas. El perdón es la llave que nos abre las puertas para la sanidad física y la sanidad del alma. Cuando la mujer del flujo de sangre decidió buscar a Jesús con toda su mente y de corazón, su alma estaba ya libre del pecado, pero tenía que haber un escenario de testigo para confirmar las grandezas del Señor.
La enfermedad y herida de aquella mujer permanecieron abiertas por doce años, durante ese tiempo, no había esperanza para ella, hasta que creyó en Jesús. Fue ahí donde ella lo tocó e inmediatamente, Jesús cerró la fuente de sangre y todo dolor de rechazo que la consumía y la hizo libre de enfermedad. Ahí donde te encuentras, no sé cuáles son tus problemas, pero Dios los conoce todos. Hay muchas personas que están consumidas en el pecado y nunca han perdonado, luego andan enfermos espiritualmente. En lo físico están bien. Visitan los médicos, pero ellos no encuentran nada. Tú sabe que en tu interior no está bien. Conozco un Médico Especialista del Alma; su nombre es Jesús. Hermanos que me escuchan, hoy existen un sin números de personas enfermas del alma y los médicos no han podido encontrar la cura. Gastan todos sus dineros en doctores sin ninguna esperanza.
Jesús te ofrece la Medicina para tu vida hoy, decídete a tocarlo con fe. Perdona a aquel que te ha ofendido. El perdón te sanará y será libre en el nombre de Jesús de Nazaret. No te quede ahí, sal de ese pecado que te ha aprisionado y se libre en el nombre de Jesús, perdona a quien te ofendió y si ha sido tú quien ofendió, pide perdón y podrá ver cómo Jesús obrará en tu vida. La mujer del flujo de sangre experimentó rechazo en su vida, Si es el rechazo que te detiene, levántate y vence con la Palabra de Dios ese obstáculo. Solo cree en el nombre de Jesús. Así como la mujer del flujo de sangre se atrevió a tocar a Jesús para obtener su sanidad; te invito a que te atrevas a tocarlo por fe. Jesús quiere levantarte hoy, Él quiere que lo busque y confié en Él con todo tu corazón. Dios quiere darte la paz que sólo Él puede dar, su paz sobrepasa todo entendimiento, aunque andes en medio de las tormentas podrás sentir Su paz, Esta mujer lo tocó creyendo que recibiría un milagro de sanación; ¿porqué tú no te decide a tocarlo? ¡Atrévete a tocarlo hoy!
Oración de salvación
Señor Jesús, vengo a Ti así como soy; una pecadora (o) me arrepiento de todos mis pecados, límpiame de toda maldad. Reconozco que eres el hijo de Dios y que moriste por mí. Gracias por el sacrificio en la Cruz del Calvario. Señor hoy me entrego a ti y pongo todas mis esperanzas en ti. Entra a mi corazón, te acepto como mi Señor y salvador espiritual en el nombre de Jesús. Amén.
Si decidiste convertirte en un cristiano en el día de hoy, bienvenido a la familia de Dios. Ahora, como una forma de crecer más cerca de Él. Comparte tu experiencia con otras personas de tu nueva fe en Cristo. Bautízate como lo ordenó Cristo. Pasa tiempo con Dios cada día, simplemente desarrolla el hábito diario de orar y leer Su Palabra. Pídele a Dios que incremente tu fe y te de comprensión de Su Palabra; aplícala en tu diario vivir. Encuentra una iglesia local en la que puedas adorar a Dios.
Escrito por: Bv. Flores
www.ministeriosdesanidad.org