“Ella con amargura de alma oró a Jehová, y lloró abundantemente. E hizo voto, diciendo: Jehová de los ejércitos, si te dignares mirar a la aflicción de tu sierva, y te acordares de mí, y no te olvidares de tu sierva, sino que dieres a tu sierva un hijo varón, yo lo dedicaré a Jehová todos los días de su vida, y no pasará navaja sobre su cabeza” (1 Samuel 1:10-1, RV60).
Para que tus oraciones sean efectivas, necesitas fe y una pasión desesperada como la que tuvo Ana cuando oró desesperada por un hijo; ¿te puedes imaginar el clamor de intercesión en su voz? Dice la Palabra de Dios que “Ana oró al SEÑOR y oraba de corazón” (1 Samuel 1:12).
Hay momentos en los cuales nos sentimos desesperados, buscando una respuesta de Dios, y nos desesperamos aún más; cuando no vemos a Dios trabajando a nuestro favor. Quizás no disfrutemos los momentos de pruebas, pero es precisamente en esos momentos que debemos orar fervientemente como oró Ana. No fue fácil para Ana esperar, dice la Palabra de Dios que, “ella con amargura de alma oró a Jehová, y lloró abundantemente. Ella fue paciente, esperando la respuesta de Dios en su vida.
El Señor permite ciertas pruebas en nuestras vidas para que nosotros entremos hacia otro nivel de fe y de oración. Las pruebas que estás pasando no es para destruirte ni mucho menos para que retrocedas; es para que crezca y te fortalezca. Dios es todo Soberano, Él es un Dios Omnisciente, el que todo lo ve y el que todo lo escucha. Él no es un Dios de piedra ni mucho menos de madera; Él tiene oídos para escuchar nuestras peticiones, eso lo confirma Jeremías 29:12-14:
“Entonces me invocaréis, y vendréis y oraréis a Mí, y Yo os oiré; y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón. Y seré hallado por vosotros, dice Jehová, y haré volver vuestra cautividad, y os reuniré de todas las naciones y de todos los lugares adonde os arrojé, dice Jehová; y os haré volver al lugar de donde os hice llevar” RV60).
Oremos:
Padre Eterno, cuando te busco con todo mi corazón, Tú me promete que yo te encontraré y Tú escuchará mis oraciones. Padre Eterno, que mis oraciones sean como aroma fragante delante de ti. Que mis oraciones no sean para quejarme, sino que sean para adorarte, exaltar tu Nombre; y darte gracias. Padre, ayúdame a perseverar en la oración como tu Palabra dicen en Colosenses 4:2: “Perseverad en la oración, velando en ella con acción de gracias”. Señor, ayúdame a sacar tiempo para buscar tu Rostro oh, Dios, no permitas que me consuma en mis tareas diarias, y así no desatender mi vida de oración. Padre de la gloria, dame la disciplina que necesito para buscarte en oración, enséñame y guíame a un nuevo nivel de oración para que mis oraciones sean efectivas. Señor, yo entiendo que vivimos en una guerra espiritual y esta guerra la vamos a ganar en el nombre de Jesús. De modo que, “no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes” (Efesios 6:12). Padre Celestial, clamo tus fuerzas, fortaléceme en la oración para poder vencer en las pruebas. Así como Ana quería tener un hijo, y Tú se lo concediste, concédeme lo que te he pedido de acuerdo con el Plan perfecto que Tú oh, Dios, tiene para mi vida y mi familia. En el Nombre de Jesús te lo pido. Te alabo y bendigo tu Nombre. Amén.
Ana “…tuvo un hijo y “Su nombre es Samuel porque se lo pedí al Señor (1 Samuel 1:20).
Mensaje de Dios www.ministeriosdesanidad.com.
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