por B. Flores

         Muestrame el camino.jpg“Estoy sola”, “estoy solo”, “me han abandonado”, “Dios se ha olvidado de mí”, esas y otras frases relacionadas nos vienen a la mente cada vez que nos sentimos solos y rechazados. En verdad hay momentos en nuestras vidas que nos hemos sentido en situaciones difíciles que solo deseamos que un hermano o una hermana nos llamen para darnos palabras de aliento, palabras del Señor. Nos sentimos sedientos de recibir lluvia desde los cielos y solo vemos un desierto seco. La desesperación es tan grande que se nos olvida cómo orar en tan precaria situación, también se nos olvida quiénes somos en Cristo y la autoridad que ejercemos por medio de Su poder. Es ahí donde viene el enemigo a querernos despojar de la paz del Señor y de su gozo. Hermanos, el adversario es real, el enemigo solo viene a perturbar nuestra paz y hacernos sentir que estamos solos.

          Hay momentos en que en medio de nuestros problemas y circunstancias queremos resolver la situación por nuestras propias fuerzas y nos olvidamos en lo que Dios puede hacer por nosotros. No queremos estar en el desierto pero es necesario pasarlo puesto que es en el desierto donde Dios se manifiesta a nuestras vidas. Aún Jesús caminó por el desierto antes de entrar en su ministerio. Después que fue bautizado por Juan, el Espíritu Santo lo llevó al desierto por cuarenta días. (Mateo 4:1; Marcos 1:12; Lucas 4:1). Abraham pasó por fe por un desierto, los israelita también pasaron muchas dificultades en el desierto y a pesar de que se quejaron con Dios, el Señor mostró Su misericordia. El apóstol Pablo también tuvo una experiencia en el desierto camino a Damasco. Después que Pablo tuvo un encuentro con el Señor camino a Damasco, pasó tres días ciego, él reconoció que Dios era real y durante aquel tiempo, Dios estaba trabajando en la vida de Pablo.

       En el desierto, Dios fue cambiando y reparando el corazón de pablo para que él pueda caminar en Su luz. Jesús se le apareció a Pablo en el desierto por medio de Su voz y de Su luz. El desierto del apóstol Pablo era de resentimiento y de odio hacia los cristianos. Por otro lado, el desierto de Ana era su esterilidad, el desierto de José fue la envidia de sus hermanos y el desierto de Jonás fue su desobediencia. Cuando leemos, y meditamos en la Palabra de Dios, podemos comprobar que todos Sus hijos tenemos que pasar por un desierto guste o no nos guste.

      Santiago 1:2 la palabra de Dios nos exhorta a gozarnos en medio de las pruebas “Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna”. “Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte” 2 Corintios 12:10 Reina- Valera 1960).

      El gozo del Señor, el que proviene desde lo Alto, es un poder sobrenatural que el Señor Jesucristo nos da en medio de las pruebas. “Regocijaos en el Señor siempre”. Otra vez digo: !!Regocijaos! (Filipenses 4:4). “No os entristezcáis, porque el gozo de Jehová es vuestra fuerza” (Nehemías 8:10).

       Quizás estés pasando por situaciones difíciles o probablemente sientes que estás pasando por un desierto, quizás te sientes solo, rechazado en el desierto y con deseos de no continuar.  No permita que las situaciones y problemas de la vida perturben tu carrera espiritual ni mucho menos permitas que nadie te robe tu gozo pue el gozo divino de Dios es unos de los frutos del Espíritu que nadie te lo puede arrebatar. Es cierto que los problemas vienen pero Dios siempre nos busca la salida para sacarnos del desierto.

       El Señor te exhorta a levantarte y a cobrar ánimo porque grandes cosas tiene Él para ti, largo caminos de bendiciones tiene Él para tu vida aun en medio de las pruebas. Solo confía en Él y en Sus promesas y serás prosperado en todas las cosas. En 1 Reyes 19:1-8 la palabra del Señor nos habla acerca de Elías en el desierto. “Acab dio a Jezabel la nueva de todo lo que Elías había hecho, y de cómo había matado a espada a todos los profetas. Entonces envió Jezabel a Elías un mensajero, diciendo: Así me hagan los dioses, y aun me añadan, si mañana a estas horas yo no he puesto tu persona como la de uno de ellos. Viendo, pues, el peligro, se levantó y se fue para salvar su vida, y vino a Beerseba, que está en Judá, y dejó allí a su criado.

      Y él se fue por el desierto un día de camino, y vino y se sentó debajo de un enebro; y deseando morirse, dijo: Basta ya, oh Jehová, quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres. Y echándose debajo del enebro, se quedó dormido; y he aquí luego un ángel le tocó, y le dijo: Levántate, come. Entonces él miró, y he aquí a su cabecera una torta cocida sobre las ascuas, y una vasija de agua; y comió y bebió, y volvió a dormirse. Y volviendo el ángel de Jehová la segunda vez, lo tocó, diciendo: Levántate y come, porque largo camino te resta. Se levantó, pues, y comió y bebió; y fortalecido con aquella comida caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta Horeb, el monte de Dios” (1 Reyes 19:1-8 Reina–Valera 1960).

     ¿Cuál es tu desierto? Sea cual fuere, te aseguro que Dios conoce tu desierto. Así como a Elías, Él enviará a Sus ángeles para cuidarte, fortalecerte y levantarte. El Señor saciará tu alma, Él es tu Padre Celestial, el que pelea por ti en medio del desierto.

Escrito el 30 de diciembre de 2013
Escrito originalmente para www.ministeriosdesanidad.org


Autora del libro “Venciendo los Miedos por fe: Corre para ganar”, está disponible en Amazon Kindle Edition | https://amzn.to/3Mz5Ztw

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