Y dijo David a Saúl: No desmaye el corazón de ninguno a causa de él; tu siervo irá y peleará contra este filisteo. Dijo Saúl a David: No podrás tú ir contra aquel filisteo, para pelear con él; porque tú eres muchacho, y él un hombre de guerra desde su juventud.
David respondió a Saúl: Tu siervo era pastor de las ovejas de su padre; y cuando venía un león, o un oso, y tomaba algún cordero de la manada, salía yo tras él, y lo hería, y lo libraba de su boca; y si se levantaba contra mí, yo le echaba mano de la quijada, y lo hería y lo mataba. Fuese león, fuese oso, tu siervo lo mataba; y este filisteo incircunciso será como uno de ellos, porque ha provocado al Ejército del Dios Viviente. Añadió David: Jehová, que me ha librado de las garras del león y de las garras del oso, Él también me librará de la mano de este filisteo. Y dijo Saúl a David: Ve, y Jehová esté contigo” (1 Samuel 17:34-36).

David fue un hombre de propósitos aun cuando las personas lo miraban insignificante, pero para Dios no. Lo que nunca se imaginaría David era que Dios tenía un Plan maravilloso para él. David fue un simple pastor de ovejas, él cuidaba las ovejas de su padre y nunca las dejó desamparadas. En una ocasión, David se enfrentó a un oso y a un león para que no les hicieran daño a las ovejas que estaban a su cuidado. Me llama la atención la humildad de David, pues nadie sabía que se había enfrentado a un oso y a un león hasta que lo divulgo al tiempo preciso.

Los soldados de Saúl estaban llenos de miedo y no querían hacerle frente al gigante en cambio David, estaba listo para pelear sin importar lo grande que era el gigante. Nadie pensó que David tenía la capacidad para pelear y vencer al gigante, eso ni pasó por las mentes de los soldados de Saúl. El mismo rey Saúl dudó de la agilidad y destreza de David. Unas de las virtudes que David tuvo era que David conocía muy bien quién él era y lo que él podía hacer con la ayuda de Dios.
David no solo se enfrentó al gigante, también se enfrentó a las dudas, al rechazo y a la falta de confianza hacia su persona por ser muy joven y sin experiencia. Ningunos de los soldados del rey Saúl fueron más valiente que David aun cuando eran soldados de guerra. La diferencia entre los soldados del rey Saúl y David, era que David todo lo que hacía lo ponía en mano de Dios.

No te desaliente si alguien viene a dudar de ti por ser joven, mayor de edad o anciano. Cuando Dios bendice, Él no mira edad. Cuando Abraham tenía noventa y nueve años, el Señor confirmó su pacto con él y Sara la esposa de Abrahán le dio un hijo porque le creyó a Dios. David venció al gigante porque depositó su confianza al Dios Viviente, Jehová de los Ejércitos es Su Nombre.

Oremos:

Padre Eterno, Dios Todopoderoso. Te doy gracias por fortalecerme y librarme de mis enemigos. Aunque un ejército acampe contra mí, no temerá mi corazón; aunque contra mí se levante guerra, yo estaré confiado” (Salmos 27:3 (RVR1960). Padre auméntame la fe y equípame con Tus Armaduras para saber cómo luchar y vencer los obstáculos o cualquier gigante que quiera hacerme la guerra. Gracias porque no estoy solo. El enemigo no prevalecerá porque tengo al Dios viviente peleando por mí. En Cristo soy más que vencedor. Amén.

www.ministeriosdesanidad.org


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