Estamos tan ocupados que muchas veces nos olvidamos de darle la gloria a Dios. Dios nos habla cada día, pero estamos tan ocupados que no lo escuchamos y luego nos quejamos que Él está lejos de nosotros.

Para tener una relación intima con el Señor Jesucristo es necesario hablar con Él todos los días por medio de la oración y darle la gloria en todo. En momentos así, lleno de afanes, debemos entender que sin la ayuda de Dios no podremos funcionar exitosamente.

Cuando paramos todo y buscamos la presencia del Señor vamos a ver un cambio en todo lo que emprendamos, pues la mano de Dios nos dirige al empezar el día. Hoy paro todo y dejo a un lado los afanes diarios en busca de Dios.

Con esto no te quiero decir que dejes tus obligaciones al contrario hay momentos para todo. Dios no te exige que lo busque por diez horas ni tampoco por un minuto, Él solo quiere establecer una comunión contigo cada día por medio de la oración de fe.

Hermano hay momentos que tenemos que parar todo lo que estamos haciendo para alabar a Dios o para interceder por una persona que Dios nos ha puesto en nuestro corazón para orar.

Te diré que Dios es un Dios de orden, Él sabe cuándo toca a sus hijos. Gracias Señor por tu misericordia. Señor Jesucristo, una vez más vengo ante ti con un corazón arrepentido y humillado para decirte que sin ti nada soy.

Todo lo que soy y todo lo que tengo te lo debo a ti. Me desconecté de todo para buscar tu presencia y darte la gloria por todo lo que ha hecho, por todo lo que está haciendo y todo lo que harás en mi vida.

Todos mis logros te lo debo a ti, aun en las pruebas y circunstancias de la vida te doy la gloria porque sé que Tu Mano estuvo, estás y estarás al control de mis situaciones.

Te doy la gloria Jesús porque cuando me siento sin fuerzas, Tú me levanta para que pueda ver un nuevo amanecer cada día. Señor Tú hace que aun mis tormentas se tornen para bien, oh Señor gracias, recibe la gloria.

Señor vivo agradecida (o) por lo que Tú está haciendo en mi vida. Gracias por borrar mi pasado y levantar mi cabeza, Tú hace que ande en las alturas.

Señor Jesús deseo que cada día de mi vida, viva agradecida (o) por todo los beneficios que Tú me ha dado, son tantos que no los puedo enumerar. Señor, te doy gracias por mi salvación ¡En ti, Señor, está la salvación, y tu bendición sobre tu pueblo.

Señor Jesús, te doy gracias por la paz que Tú me da, me acuesto en paz y en seguida me duermo, porque sólo tú, Señor, aseguras mi descanso.

Señor que todos tus hijos te den la gloria siempre, porque al hacerlo nuestras oraciones suben y las bendiciones bajan porque Tú las contesta. Qué hermoso es mi Señor creador del cielo y de la tierra, a Él sea la gloria por los siglos de los siglos.

Al ver el cielo, obra de tus manos, la luna y las estrellas que has creado: ¿qué es el hombre para que pienses en él, el ser humano para que lo cuides? Lo hiciste poco inferior a los ángeles, lo coronaste de gloria y esplendor; le diste dominio sobre la obra de tus manos, todo lo pusiste bajo sus pies: todos los rebaños y ganados, y hasta los animales salvajes; las aves del cielo, los peces del mar y cuanto surca los senderos de las aguas. ¡Señor, nuestro Dios, qué admirable es tu Nombre en toda la tierra! (Salmo 8:4-10).

Gracias Señor porque en Tus ojos somos altamente estimados. Gracias Dios Todopoderoso a ti sea la gloria. Señor algunos le dan la gloria al hombre por los éxitos que ellos han logrado, pero nosotros tus hijos te damos la gloria por todo los milagros y proezas que Tú ha realizado en nuestras vidas.

Señor todavía existen hombres que se olvidan que sus logros lo realizaste Tú, te buscan en necesidad, mas cuando reciben los deseos de sus corazones, se olvidan completamente de ti.

Ellos no te reconocen, y mucho menos te dan la gloria, solo se acordaron de ti en momentos de apuro y en problemas. Una vez contestada sus peticiones, se olvidaron de ti.

La historia se repitió en Lucas 17:11-19 acerca de los leprosos. “Yendo Jesús a Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea. Al entrar en una aldea, le salieron al encuentro diez hombres leprosos los cuales se pararon de lejos y alzaron la voz, diciendo: –¡Jesús, Maestro, ten misericordia de nosotros! Cuando él los vio, les dijo –Id, mostraos a los sacerdotes.

Y aconteció que, mientras iban, quedaron limpios. Entonces uno de ellos, viendo que había sido sanado, volvió glorificando a Dios a gran voz, y se postró rostro en tierra a sus pies dándole gracias. Este era samaritano.

Jesús le preguntó: –¿No son diez los que han quedado limpios? Y los nueve, ¿dónde están? ¿No hubo quien volviera y diera gloria a Dios sino este extranjero? Y le dijo: –Levántate, vete; tu fe te ha salvado. Lucas 17:11-19 Reina-Valera 1995 (RVR1995).

Señor Jesucristo te doy toda la gloria, danos un corazón agradecido y que nunca se nos olvide de darte la gloria por todo lo que hace y hará en nuestra vidas. Gracias Señor.

“Y a todo lo creado que está en el cielo, y sobre la tierra, y debajo de la tierra, y en el mar, y a todas las cosas que en ellos hay, oí decir: Al que está sentado en el Trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, LA GLORIA y EL PODER, por los siglos de los siglos”.

“Después de esto oí una gran voz de gran multitud en el cielo, que decía: ¡Aleluya! Salvación y honra y gloria y poder son del Señor Dios nuestro. Apocalipsis 5:13, 19:1

Recuerda siempre darle la gloria a Dios.

Bendiciones

www.ministeriosdesanidad.org

 


Autora del libro “Venciendo los Miedos por fe: Corre para ganar”, está disponible en Amazon Kindle Edition | https://amzn.to/3Mz5Ztw

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