ImagenesConVersiculos_142.jpgEn este camino de la vida, nos vamos a encontrar con personas con diferentes necesidades muy penosas y cargada de dolor. Nuestro deber como creyentes es ayudarlos porque esa acción le agrada a Dios.

También Jesús se encontró con muchas personas necesitadas en todos los lugares que visitaba como fue el caso camino a Galilea con los diez leprosos. La Palabra de Dios nos dice que, “Yendo Jesús a Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea. Y al entrar en una aldea, le salieron al encuentro diez hombres leprosos, los cuales se pararon de lejos y alzaron la voz, diciendo: !!Jesús, Maestro, ten misericordia de nosotros! Cuando Él los vio, les dijo: Id, mostraos a los sacerdotes. Y aconteció que mientras iban, fueron limpiados”. (Lucas 17:11-14) (RVR1960)

Los leprosos clamaron a Jesús porque tenían una necesidad grande, fue en ese clamor que su fe se fortaleció para ver el milagro. Cuando ellos clamaron a Jesús, Él dio la Palabra y fueron sanados. Las Palabras de sanidad fueron limpiando a los leprosos poco a poco hasta llegar a donde el Maestro les había ordenado.
La clave de esta historia poderosa es la fe y la obediencia. Mientras los leprosos iban en obediencia fueron completamente sanados porque les creyeron a Jesús. Hoy el Señor te brinda esperanza de manera que, si te encuentras enfermo, solo agárrate de la fe y créele a Dios en obediencia. ¡Dios todavía hace milagros!

Hay personas que reciben su milagro de parte de Dios inmediatamente como fue el caso de la mujer del flujo de sangre, pero hay milagros de Dios que van sanando gradualmente o sea lentamente como fue el caso de los diez leprosos.
Cuando la sanidad no es inmediata, no podemos dudar, más bien es agarrarse de la fe en Dios y obedecer Su Palabra. Todos los leprosos fueron sanados gradualmente hasta llegar donde Jesús los había mandado y ese maravilloso milagro se pudo realizar porque ellos obedecieron el mandato del Maestro.

Dentro de los diez leprosos sanados, solo uno fue a darle las gracias a Jesús. Cuando recibas tu milagro, recuerda darle las gracias a Dios en agradecimiento a lo que Él ha hecho contigo.

Gracias Padre Eterno por tu Palabra que son alimento a mi alma. Tu Palabra es la medicina que me limpia y sana mis huesos. Ayúdame a confiar y creer en ti en este caminar de la vida. Padre te pido que me lave con tu Lluvia de sanidad y siempre estaré agradecido. Amén.

 

www.ministeriosdesanidad.org


Autora del libro “Venciendo los Miedos por fe: Corre para ganar”, está disponible en Amazon Kindle Edition | https://amzn.to/3Mz5Ztw

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