“Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición” (Génesis 12:2).
Dios bendice a sus hijos cuando obedecen, Él le dijo a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. El problema es si le vamos a obedecer a Dios o nos vamos a quedar en nuestra silla cómoda. Cuando leemos el libro de Génesis podemos notar que el llamado de Abram no fue fácil pero él le creyó a Dios por fe. Abram escuchó la voz de Dios y su fe llegó a su corazón con tan solo escucharlo.
Abram no le cuestionó a Dios, él sólo obedeció por fe. Dios nos da el entendimiento, la revelación y la convicción de escuchar su palabra, es por medio de la palabra de Dios que nuestra fe se desarrolla. “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios” (Romanos 10:17). Es importante entender que durante este proceso vamos a pasar por tribulaciones pero Dios nunca nos dejará huérfanos. Solo tenemos que agarrarnos de Dios creyendo que Él siempre estará de nuestro lado. Dios nunca te abandonará. No importa por lo que tú estés pasando en este momento, solo te digo de parte de Dios, que Dios te ama y eres altamente estimada/o para Él. No desmayes, solo cree por fe que Jesús está al control de tu situación. Jesús está al control de tu barca, Él te guiará por el mejor camino. Recuerda que bajo la dirección del Señor Jesucristo tú NUNCA te extraviará.
El proceso de creer en las promesas de Dios viene por medio de la fe, si no hay fe no hay nada. Es necesario agarrarnos de esa fe que mueve montañas. Si tú piensas que no tiene fe, o que tu fe es débil, pídele a Dios que te de fe o que te aumente la fe. Si así procede, te aseguro que Él te la dará como se la dio a sus discípulos. Hoy el Señor Jehová de los Ejércitos está buscando a hombres, mujeres y jóvenes guerreros de fe, que se paren en la brecha de fe para declarar las bendiciones que el Señor tiene almacenadas para sus hijos que lo buscan en espíritu y en verdad. Déjame decirte algo para que entiendas lo que legalmente te pertenece: lo que Dios tiene para ti cuando le obedece es grande: “Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa” (Gálatas 3:29).
Por tanto tú no eres cualquier cosa, tú ha sido predestinado/a para heredar las promesas de Dios. Porque “en Él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad” Efesios 1:11). Debe entender también que esas promesas son exclusivamente para aquellos hombres y mujeres de fe que ya le han dado su alma y sus vidas a Dios de todo corazón, aquellos que esperan en Él cada día. “a fin de que seamos para alabanza de su gloria, nosotros los que primeramente esperábamos en Cristo” (Efesios 1:12). La misericordia de Dios es tan grande que todavía tiene sus brazos extendido para aquellos que todavía no han dado el paso de fe. El anhelo de Dios es que ellos también gocen de las promesas que le prometió a Abram. El Señor está tocando la puerta de tu corazón en este día, escucha su voz y créele. ¿Estás dispuesto a responderle?
Acéptalo como tu Dios y Señor de tu alma, no tardes más, Él espera por ti. Hay bendiciones para tu vida cuando lo busque en espíritu y en verdad: “En Él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en Él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria” (Efesios 1:12-14). Con estas promesas, el Señor nos recuerda que somos llamados para heredar bendiciones. Si le entrega tu vida al Señor, lo obedece, y cree en Su palabra Él hará de ti una nación grande, y te bendecirá, y engrandecerá tu nombre, y serás bendición.
Escrito el 23 de febrero de 2014
Escrito exclusivamente para www.ministeriosdesanidad.org