Jesús iba con Sus discípulos por ciudades y aldeas haciendo grandes milagros, maravillas y prodigios en su Ministerio terrenal. “dondequiera que entraba, en aldeas, ciudades o campos, ponían en las calles a los que estaban enfermos, y le rogaban que les dejase tocar siquiera el borde de Su manto; y todos los que le tocaban quedaban sanos” (Marcos 6:56, RV60).
Dice las Palabras que, “Entrando Jesús en Capernaum, vino a Él un centurión, rogándole, y diciendo: “Señor, mi criado está postrado en casa, paralítico, gravemente atormentado”. Y Jesús le dijo: Yo iré y le sanaré. Respondió el centurión y dijo: “Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; solamente di la palabra, y mi criado sanará. Porque también yo soy hombre bajo autoridad, y tengo bajo mis órdenes soldados; y digo a éste: Ve, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace”. Al oírlo Jesús, se maravilló, y dijo a los que le seguían: De cierto os digo, que ni aun en Israel he hallado tanta fe. Y os digo que vendrán muchos del oriente y del occidente, y se sentarán con Abraham e Isaac y Jacob en el reino de los cielos; mas los hijos del reino serán echados a las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes. Entonces Jesús dijo al centurión: Ve, y como creíste, te sea hecho. Y su criado fue sanado en aquella misma hora” (Mateo 8:5-17, RV60).
No hay nada imposible para Dios porque Él es un Dios de milagros, maravillas y prodigios que puede sanar de cerca como también de lejos. No era necesario que Jesús fuera hasta la casa del centurión debido a que, este hombre tenía la fe suficiente para que su ciervo sea sanado. A pesar de ser gentil, el centurión tenía buenas cualidades de ser generoso y compasivo con su criado; y era un hombre de mucha fe. Este tipo de fe se esperaría de una persona sujeta a la ley de los judíos, pero el centurión no era judío. La diferencia es que él depositó su fe en Jesús de una manera tal que Jesús se maravilló y dijo: “Ni aun en Jerusalén he encontrado tanta fe”.
Esto hacía más llamativa la fe de este hombre, sin embargo, la expresión de Jesús destaca la ausencia de una fe como esta en Israel, (Verso 10). A pesar de no ser judío, el centurión conocía el poder de la Palabra de Dios cuando dijo “solamente di la palabra, y mi criado sanará” (Verso 8). Dios atiende inmediatamente las necesidades de un corazón de fe, Él apresura Su Palabra para ponerla por obra” (Jeremías 1:12, RV60).
El centurión sabía quién era Jesús como también, reconocía Su autoridad. Jesús es Dios Omnipotente, Él tiene poder para hacer las cosas y conoce un corazón de fe. Jesús tiene autoridad para que todo se sujete, entre los cuales se encuentran las enfermedades mortales.
¿Tienes tú la misma fe que pueda maravillar a Jesús como la del centurión?
Mensaje de Dios Sacado del Libro: “Caminemos por Fe” Escrito por: Buenaventura Flores y Pastor Publio Hernández Gómez- Iglesia Luz en las Tinieblas www.ministeriosdesanidad.org
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