Bennie Flores
Cuando leemos, estudiamos y meditamos en la Palabra de Dios nos damos cuenta que Su único empeño es salvar a Su pueblo. Es cierto que en este caminar de la vida nos vamos a encontrar con problemas y circunstancias que solo la intervención de Dios la puede resolver, siempre y cuando confiamos en Él por medio de la fe. El Señor todopoderoso es el Único que puede sanar y vendar tus heridas, ese poder solo se realiza de acuerdo al grado de fe que tú tienes.
La mujer del flujo de sangre tuvo una herida sangrando por doce años y recibió sanidad divina de Dios. Dice la palabra que cuando ella tocó el Manto del Maestro, sanidad se despendió de Él. En Jesús hay sanidad, de Él mana sanidad pues inmediatamente las heridas de la mujer fueron curadas. ¿Cuántos años tiene tú con tus heridas? Me dirás: “pero no estoy enferma, no tengo heridas”. No tienes que estar físicamente enferma para tener una herida en tu cuerpo, hay heridas profundas que puede paralizar al ser humano.
Hay mucho tipo de heridas: heridas de enfermedad, heridas del pasado, heridas de temor, heridas de desprecio, de abandono, de bajo estima, de pobreza, y la lista se añade porque el objetivó del adversario es tener al ser humano enfermo y esclavizado. Hay una esperanza para los hijos de Dios, Él tiene la habilidad para sanar tus heridas si presta atención a sus mandamientos y lo obedece en espíritu y en verdad. Satanás es el padre de mentiras el solo viene para matar, engañar y destruir especialmente a aquellos que andábamos en las tinieblas y ahora conocemos la Luz de Cristo. Hermano no te sorprenda, la guerra es con los hijos de Dios.
Ya no les pertenecemos al adversario, el Señor por Su misericordia nos quitó la ceguera espiritual por la cual antes andábamos y Satanás está enojadísimo. Cuando le entregamos nuestras vidas al Señor, Él por Su gracia y misericordia nos limpia, nos restaura, nos liberta, nos sana y nos hace nueva criatura en Él. “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Cor. 15:17).
Es tiempo de buscar a Dios a tiempo y fuera de tiempo, cuando buscamos Su presencia, Él nos responde. Es tiempo de renovar nuestras mentes con la Palabra de Dios y obedecer a la encomienda que Dios tiene para nosotros: El de llevar Su palabra. No permitas que tu pasado dirija tu presente. Esfuérzate y créele a Dios. Suelta el pasado, renuncia al resentimiento y al dolor y entrégaselo todo al Señor, te aseguro que serás libre de todo yugo y de toda heridas. Amados hermanos, donde quiera que te encuentres, la llave en esto es la obediencia y la fe. Así como te encuentras, ven a Jesús, Él nunca te despreciará, el hombre cambia, los amigos cambian, pero Dios nunca cambia.
Él no despreció a la mujer del flujo de sangre que se atrevió a tocarle. Atrévete a tocarlo, dile cómo te sientes, dile que solo Él puede cambiar tu situación. El Señor nos dice en Éxodo 15:26, “Si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, e hicieres lo recto delante de Sus ojos, y dieres oído a Sus mandamientos, y guardares todos sus estatutos, ninguna enfermedad de las que envié a los egipcios te enviaré a ti; porque Yo soy tu sanador”. Jesús es tu Médico Divino, Él es el Único que sana tus heridas, recíbelo en tu vida hoy.
Oremos:
Padre en el nombre de Jesús gracias por tu misericordia. Gracias por el sacrificio que hiciste por mí en la Cruz del Calvario. Señor reconozco que te he fallado y ahora te pido perdón. Enséñame a escuchar tu voz y obedecerla. Gracias por sanar todas mis heridas. Hoy puedo decir por fe que estoy sana. Recibo tu palabra, tu palabra me da vida, confío en ti. Gracias Señor.
Escrito el 28 de Octubre del año 2013