Todos los creyentes tienen el privilegio de operar en el regalo de profecía, pero no todos los creyentes tienen el llamado para ser profetas.
A unos Dios les da por el Espíritu palabra de sabiduría; a otros, por el mismo Espíritu, palabra de conocimiento; a otros, fe por medio del mismo Espíritu; a otros, y por ese mismo Espíritu, dones para sanar enfermos; a otros, poderes milagrosos; a otros, profecía; a otros, el discernir espíritus; a otros, el hablar en diversas lenguas; y a otros, el interpretar lenguas” (1 Corintios 12:7-10).
Don de Profecía:
El don de profecía es para hablar a los hombres con la unción del Espíritu Santo (I Corintios 14:3). También es para edificar, exhortar y consolar a la iglesia (I Corintios 14:3, 12, 31). Este don sirve para traer a los inconversos a convicción del pecado (I Corintios 14:24-25). El Señor nos manda a que lo deseemos y lo procuremos éste Don (I Corintios 14:1, 39).
El Don de la Profecía, como todos los otros Dones, debe ser ejercitado en Fe (Romanos 12:6; Joel 2:28). Puede ocurrir en el momento de recibir el bautismo en el Espíritu Santo, pero no toma el lugar de las lenguas como la evidencia inicial del bautismo en el Espíritu Santo: Hechos 19:6.
El regalo de profecía es espontáneo, es una expresión de inspiración vocal sobrenatural en una lengua conocida que fortalece, anima y conforta al cuerpo de Cristo, que es la iglesia. Es un mensaje directo de Dios para una persona en particular o para un grupo de gentes.
El propósito del don de profecía, es para edificación, exhortación y consuelo”. “En cambio, el que profetiza habla a los demás para edificarlos, animarlos y consolarlos” (1 Corintios 14:3). Las raíces de las palabra fortalecer y edificar significan levantar.
En el grupo de Inspiración Vocal, la Profecía es la más grande. El apóstol Pablo nos enseña a través de la palabra de Dios que debemos empeñarnos en seguir el amor y ambicionar los dones espirituales, sobre todo el de profecía (1 Corintios 14:1).
“Así que, hermanos míos, ambicionen el don de profetizar, y no prohíban que se hable en lenguas” (1 Corintios 14:39). “Yo quisiera que todos ustedes hablaran en lenguas, pero mucho más que profetizaran. El que profetiza aventaja al que habla en lenguas, a menos que éste también interprete, para que la iglesia reciba edificación” (1 Corintios 14:5).
El apóstol Pablo nos exhorta a seguir el amor; y anhelad los dones espirituales, pero sobre todo, que profeticéis. Porque el que habla en una lengua no habla a los hombres sino a Dios; porque nadie le entiende, pues en espíritu habla misterios. En cambio, el que profetiza habla a los hombres para edificación, exhortación y consolación.
El que habla en una lengua se edifica a sí mismo, mientras que el que profetiza edifica a la iglesia. La profecía es una señal para los que no conocen de Dios. “Pero si uno que no cree o uno que no entiende entra cuando todos están profetizando, se sentirá reprendido y juzgado por todos, y los secretos de su corazón quedarán al descubierto. Así que se postrará ante Dios y lo adorará, exclamando: « ¡Realmente Dios está entre ustedes!” (1 Corintios 14:24-25).
La persona que da la profecía debe ser conocida por el cuerpo de Cristo o por su iglesia, en cambio, si la persona es un extraño en el grupo, pero siente que tiene palabras proféticas, él o ella deben identificarse por su nombre y pedir permiso a los líderes del grupo antes de hablar.
Si el mensaje causa depresión, pánico, miedo y tristeza a la persona que está buscando de Dios, éste no viene de Dios. “En cambio, el que profetiza habla a los demás para edificarlos, animarlos y consolarlos” (1 Corintios 14:3). Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: « ¡Abba! ¡Padre!» (Romanos 8:15).
Hay falsas profecías y hay falsos profetas. La profecías de parte de Dios siempre nos van a guiar cerca de Dios, en cambio el mensaje de Satanás nos guiaran lejos de Dios. “Cuando en medio de ti aparezca algún profeta o visionario, y anuncie algún prodigio o señal milagrosa, si esa señal o prodigio se cumple y él te dice: “Vayamos a rendir culto a otros dioses”, dioses que no has conocido, no prestes atención a las palabras de ese profeta o visionario. El SEÑOR tu Dios te estará probando para saber si lo amas con todo el corazón y con toda el alma” (Deuteronomio 13:1-3).
El don de profecía a menudo opera durante el tiempo de las alabanzas y la adoración. La Biblia es la guía de nuestra vida, es la voz de Dios. La voz de Dios nunca se contradice con Su Palabra; Dios no es confusión. Cuando oramos y nos sumergimos en Su Palabra, Él nos responde con Su palabra profética. “Clama a Mí y yo te responderé y te ensenaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces” (Jeremías 33:3).