“Él sana a los quebrantados de corazón, y venda sus heridas” (Salmos 147:3). (RVR1960)
Cada uno de nosotros tenemos un llamado de parte de Dios, y ese llamado va a tener que ver con las pruebas y circunstancias que hemos tenido en la vida. Por ejemplo, mi llamado es con los enfermos porque puedo dar testimonio de lo que hizo el Señor conmigo. Él me sanó de difteria cuando apena tenía un año de edad. Los doctores no daban esperanzas, ellos solo decían que si sobrevivía, no iba a ser una niña normal. A la edad de doce años, tuve una intervención quirúrgica debido a que mi apendicitis se había reventado, los doctores no daban esperanzas debido a que mi sangre corría peligro por la contaminación del líquido. En esos momentos de debilidad y luchando entre la vida y la muerte, mi fe fue probada, en vez de llamar al doctor para que calmara mis dolencias, llamé a Dios. Eso no quiere decir que te vas a olvidar de los doctores, no es pecado ir donde un doctor, pero ir con fe en Dios, marca la diferencia. Yo no tenía fuerzas pero Él me dio fuerzas para clamar Su nombre por medio de alabanzas. Le dije a mi madre “mami cánteme alabanzas de Dios”. Recuerdo a mi madre cantándome con un tono quebrado, la cara llena de lágrimas y de rodilla en mi cabecera de hospital. Estas fueron las palabras que Dios me dio en esos momentos: “Pero tú, Israel, siervo mío eres; tú, Jacob, a quien Yo escogí, descendencia de Abraham Mi amigo. Porque te tomé de los confines de la tierra, y de tierras lejanas te llamé, y te dije: Mi siervo eres tú; te escogí, y no te deseché. No temas, porque Yo estoy contigo; no desmayes, porque Yo Soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia” (Isaías 41:8-10). (RVR1960)
El Señor tuvo compasión de mí, Él me levantó de la cama y me sanó, no porque lo mereciera, sino por Su misericordia. Tenemos mucho que llevar a los desvalidos por medio de nuestros testimonios y de las pruebas que hemos tenidos y a la misma vez, animarlos y ayudarlos para que ellos sobrepasen sus situaciones por medio de la palabra de Dios y de nuestros testimonios. Como creyentes, somos instrumentos en las manos de Dios para realizar Su Obra en espíritu y en verdad para Su gloria y honra. Mi pregunta es la siguiente: Alguna vez te has detenido a meditar ¿Cuál es tu llamado? Romanos 8:28 la palabra nos dice: “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados”.
Si usted nunca se ha enfermado ¿cómo podrá dar testimonio de sanidad en los hospitales? Si nunca ha recibido amor ¿cómo podrá dar amor a los demás? Si usted nunca fue alcohólico ¿Cómo podrá hablarles a los demás acerca del abuso de las drogas y del alcohol? Si usted nunca ha perdido una creatura ¿Cómo podrás hablarles a muchas mujeres que han perdido sus creaturas? Si usted nunca ha sido encarcelado ¿Cómo podrá hablarles a los prisioneros en la cárcel? En este día, el Señor está buscando un pueblo comprometido con la Gran Comisión del evangelio de Dios. El Señor está buscando hombres y mujeres valientes que se paren en la brecha. Deuteronomio 5:32-33 nos brinda una promesa para todo aquellos obedientes que saben y han contestado el llamado del Señor y nos dice: “Tengan, pues, cuidado de hacer lo que el Señor su Dios les ha mandado; no se desvíen ni a la derecha ni a la izquierda. Sigan por el camino que el Señor su Dios les ha trazado, para que vivan, prosperen y disfruten de larga vida en la tierra que van a poseer”.
Cuando vemos a Dios obrando, sanando y contestando nuestras peticiones, empezamos a observar que el corazón del Señor nuestro Dios desea lo mejor para cada uno de nosotros. Esto nos brinda la esperanza de que tenemos un Padre Celestial que cuida y guarda de nosotros en todo momento.
Aun en medio de nuestras circunstancias y vicisitudes de la vida, hemos pasados por situaciones desagradables donde hemos llegado a pensar que Dios se ha olvidado de nosotros, pero una cosa te voy a decir: Dios siempre llega a tiempo, todo tiene un propósito para así poder crecer y agarrarnos de Nuestro Padre Celestial. El Padre Celestial quiere sanar el área interna de cada alma. Ahí mismo donde te encuentras, hoy el Señor viene a sanar tus heridas ya sean física o espiritual. La palabra nos confirma que Dios es nuestro Doctor por Excelencia, Él es nuestro Sanador, “Él sana a los quebrantados de corazón, y venda sus heridas”. ¿Estás dispuesto a depositar tu confianza en el Señor? “Dichoso el que pone su confianza en el Señor y no recurre a los idolatras ni a los que adoran dioses falsos. Muchas son, Señor mi Dios, las maravillas que Tú has hecho. No es posible enumerar tus bondades a favor nuestro. Si quisiera anunciarlas y proclamarlas, serían más de lo que puedo contar” (Salmo 40:4-5).
Quizás te encuentras enfermo y los reportes carecen de esperanzas, pero hoy el Señor se ha acordado de ti como lo hizo con la hija de Jairo y con la mujer del flujo de sangre (Marcos 5:21-43). Jairo se agarró de su fe para creerle al Señor a pesar que las gentes les decían que su hija de doce años estaba muerta. Jairo le creyó a Jesús por un milagro y Él se lo concedió. La mujer del flujo de sangre gastó todo lo que tenía visitando muchos médicos pero un día, ella decidió visitar al Doctor de doctores, Jesús de Nazaret y así obtener su sanidad. Ella decidió creerle por fe al Señor y fue sanada. Hoy te animo a que te agarre del Señor nuestro Dios y confíe en Él, dichoso el que pone su confianza en el Señor.
No sé dónde te encuentras y cuál es tu situación pero el Señor la sabe y te dice: “No temas, porque Yo estoy contigo; no desmayes, porque Yo Soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de Mi Justicia” (Isaías 41:8-10). Hoy el Señor se ha acordado de ti, porque “Él sana a los quebrantados de corazón, y venda sus heridas”.
por Bv. Flores
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